Capítulo 10

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Pareciese que hubiese ganado diez años desde la última vez que la había visto, lo que no había sido tanto tiempo atrás

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Pareciese que hubiese ganado diez años desde la última vez que la había visto, lo que no había sido tanto tiempo atrás. Su rostro estaba desprovisto de color y los huesos se marcaban demasiado sobre su piel pálida. Ojeras se posaban bajo sus ojos saltones y su cabello estaba más corto, siendo una maraña encima de su cabeza. Sus ropas azules estaban sucias y parecían colgar de su cuerpo.

Lo que me sorprendió y me llenó de miedo no fue el hecho de verla nuevamente sino el hecho de que portaba un arma de fuego, la cual apuntaba a la cabeza de mi abuela. Su cuerpo tembloroso estaba en un agarre fuerte por parte de ella y las personas alrededor se alejaron de ambas con rapidez, intentando buscar refugio. Los guardias rodeaban a ambas mujeres, sin atreverse a acercase y que gesto más inteligente. Ella estaba más que dispuesta de apretar el gatillo y quitarle la vida a mi abuela.

—¡Tú me obligaste a hacer ésto, Saúl! —gritó ella, con voz quebrada y sollozando—. ¡No me tuviste que haber alejado! ¡No por esa mocosa!

Estuve listo para dar un paso adelante cuando Cris me detuvo con su mano. Me volvió hacia él y solo negó, con sus ojos serios puestos en mí.

—Verónica, baja el arma y deja a mi madre. Podemos conversar de ésto en otro lugar —dijo mi padre, con sus manos en alto y avanzando lentamente hacia ella.

—¿Por otro lugar te refieres al manicomio? ¡No pienso volver! ¡Y detente ahí o vuelo los sesos de tu querida madre! —Apretó con fuerza el arma contra la sien de mi abuela y ella se quejó—. Oh, pobre Alanna Iturat. ¿Asustada, querida suegra? No debiste haber alejado a Saúl y Esteban de mí.

—Nunca hice eso —sollozó mi abuela.

—¡Calla! —gritó y cuando volvió su mirada hacia mi padre, una sonrisa se perfiló en sus labios, alejando cualquier indicio de lágrimas—. Miren que se osó de aparecer. Mia Coll.

Ante eso mi mirada se dirigió rápidamente hacia dónde ella estaba viendo y me congelé en mi puesto. La mirada de mi hermana era una mezcla entre sorpresa y miedo, al ver a nuestra abuela con un arma siendo apuntada en su dirección. Comenzó a caminar hacia mi padre, pero ella nuevamente gritó.

—¡Ni se te ocurra ir dónde tu papito! Te quedas ahí mismo o tu abuela muere.

El labio de Mia tembló, mientras la miraba con miedo.

—Madre...

—¡Calla! No me llames así.

Tirando de mi abuela, ella comenzó a acercarse a Mia y mi vista se volvió borrosa. Las voces de a poco comenzaron a filtrarse en mis pensamientos y sin importar el agarre de Cris, di varios pasos adelante, haciéndome visible.

—¡Basta!

Mi voz resonó en todo el lugar desierto de personas, las cuales habían escapado ante la vista de ella, y sus ojos saltones se encontraron con los míos. Hubo un brillo particular en su iris y una sonrisa de labios secos se perfiló.

Sentirse Diferente (#1.5 Sentirse Viva)Where stories live. Discover now