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Agatha sintio una clase de rareza. No era el sabor de la pizza, tampoco era el de las papa. No era un párrafo de historia que no comprendía lo que irradiaba rareza. Miró a Alex, lo observó atentamente, se veía como siempre, piel morena, ojos verdes oscuros ocultos detrás de unos lentes de lectura, la típica lapicera en la oreja y el típico lapiz en su boca, con una porción de pizza en una mano y un apunte de leyes en la otra; no, la rareza no provenía de él. Entonces lo miro a Rene, él si que no se veía como siempre; su piel estaba mas palida de costumbre, no tenía ese casi imperceptible bronceado natural. Sus ojos verdes brillantes se veían opacos, y su mirada perdida en su libreta de notas. No había tocado la pizza pero si probó dos papas, nada mas que eso. Entonces Agatha comprendió que la rareza provenía de él.

-Ahora si parece un escritor.- penso, y la primera imagen fue la de Edgar Allan Poe, padre del terror, que también sufría de la desdicha de la vida.
-Señor Poe.- dijo.- Podemos hablar un segundo.

Alex no quitó sus ojos del libro a pesar de que sabía de que se trataba todo. Rene se levantó de la silla y se fue detrás de Agatha a la pieza; en ese momento que quedó solo, Alex miro en la dirección de ambos y de dispuso a poder escuchar algo de la conversación.
Solos en el cuarto, Rene se sentó en el borde de la cama, y se quedó mirando al suelo esperando que tenía que decir su amiga.

-Re, ¿Qué ocurre?.- preguntó Agatha mientras se sentaba a su lado.- Somos amigos de siempre, y se que cuando estás así es por tus sentimientos. O sea te pusiste así después de lo de Ami y Amanda.

Ella sabía todo de él, como él sabía todo de ella. Se conocieron cuando ella era una niña de nueve años que andaba corriendo desesperada por todo el barrio gritando auxilio, y el tenía trece cuando salió detrás  de ella para ayudarla a rescatar a un cachorro.
Rene la observó, se veía como Venus.

-Estúpida Venus, ésto es tu culpa.- penso.- No es nada Picasso.- dijo fingiendo una sonrisa.- Solo debe ser estrés.- mintió.
-Que sea eso, o golpeare a la chica que rompa tu hermoso corazón.- le dio un beso en la frente, se levanto de la cama, y le extendió la mano para que él también se levantara.- Vamos que estoy segura que Venus no se va escribir sola.

Volvieron a la mesa y la imagen de Alex era la misma, pero con sus ojos hacía ellos, que demostraban algo de decepción. La noche transcurrió igual. Solo que Alex recibió una llamada y salió a festejar con otros amigo, a parte que quería dejar solos a ellos dos a propósito. Pues siempre bromeó diciendo que era una especie de cupido  negro, obviando el hecho de él hizo de que Rene conociera a Amanda.
Eran las tres de la madrugada cuando a Agatha se le ocurrió dejar todo y relajarse.

Léeme algo de Venus.- ordenó cuando estaban los dos sentados en el sillón.
-Bueno.- dijo un tanto nervioso Rene.

Venus podía cantar los mas hermosos versos de amor, y trazar las mas dulces línea sobre cualquier lienzo. Ella podía trasformar todo en arte, y aún que no todo tuviera sentido, eso no importaba, pues siempre decía que la belleza no siempre se entiende. Podía hacer que cualquier corazón de piedra o muerto volviera a latir, y que cualquier cerebro dejará la razón a un lado y siguiera ciego cualquier camino. Las flores renacian a su paso, y los soldados dejaban la batalla en su presencia. Venus era la mujer que podía calmar cualquier tormenta, pero que podía causar estragos y caos en las almas tranquilas. Ella era la mujer que todos deseaban, pero Venus no era mas que de ella misma, su única dueña.

Agatha se quedó mirando anonadada, las palabras que caían como cascada de la boca de su amigo eran lo mas precioso que nunca jamas haya oido. Pero ¿Por qué seguía sintiendo esa rareza de su parte?

《Ahora Eres Venus》Where stories live. Discover now