Capítulo 61

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Camino por el pasillo lentamente hasta llegar a la cocina, donde me encuentro a Marlon sacando algo de la nevera y subiendo su brazo hacia el armarito sacando una taza. Paso por su lado llegando hacia la nevera, noto cómo me mira de reojo pero paso de largo y sigo a lo mio.

Hace tres días que no nos hablamos, ni si quiera estamos cerca el uno del otro. Ni si quiera comemos juntos a la misma hora, ni desayunamos a la misma vez. Menos hoy, que por casualidad nos hemos levantado a la misma hora.

—No queda leche.
–digo cerrando la puerta de la nevera.

Me giro hacia Marlon quien sigue espaldas a mi siguiendo con lo suyo sin hacerme el mas mínimo caso. Parece que él va a tener más orgullo y enfado que yo, cuando yo debería estar enfadisima por todo lo que dijo hace unos días atrás.

Deja la caja de cartón de leche sobre la encimera caminando con la taza hacia el microondas dejándolo un par de segundos y al sacarlo, camina fuera de la cocina hacia el comedor.

Una vez que tengo listo lo que voy a desayunar camino hacia el comedor sentándome en el mismo sofá donde está él. El indivual no está cerca de la mesa de centro y desayunaría incómoda, y la mesa grande donde solemos comer está llena de trastos de él.

—Hay que hacer la compra –digo rompiendo el hielo– no hay nada.

—Pues hazla.
–dice sin mas.

—La última vez la hice yo, esta vez te toca a ti.

Desde que empezamos a vivir juntos tenemos nuestras pequeñas normas. Y una de ellas que siempre cumplimos es que cada semana uno hace la compra, un día le toca a uno y otro día el otro.

Marlon no contesta, se mantiene callado desayunando. No soporto estar así con mi él, éramos como uña y carne y ahora ni si quiera nos dirigimos la palabra.

—¿Nunca vas a resignarte y perder el orgullo?
–pregunto dando un sorbo al zumo de naranja.

—¿Por qué debería hacer eso?
–responde mirándome de reojo.

—Piensa hace tres días atrás y obtendrás la respuesta. Soy tu hermana y no quiero estar así siempre.

Él se encoje de hombros y sigue mojando las galletas en la taza de leche, con su mirada fija en la televisión.

—Que te quede claro que yo no voy a pedirte disculpas por estar con alguien a quien quiero, es mi vida. Y yo no me opuse cuando estuviste con Charlotte. –añado.

—Es diferente. Ella no era un chica problemática con problemas mentales e instintos asesinos.

Una carcajada brota de ni garganta. Una seca y sin gracia, no sabe lo que esta diciendo.

—Brayden no es así. Deberías dejar de juzgarle por lo que dice la gente.

—He estado con él. Le conozco desde hace tiempo y no es el chico que quiero para mi hermana.
–responde.

Ruedo los ojos y sigo con la vista en la televisión.

Agarro el vaso del que estaba bebiendo ya vacío y camino hacia la cocina dejándolo en el fregadero y caminando de nuevo hacia el comedor.

—¿Tanto te cuesta aceptar de que esté con Brayden?
–pregunto tranquila.

—Sí, no entiendo qué has visto en él.

—Algo he tenido que ver para estar enamorada y estar con él.

El se mantiene en silencio, con la mirada perdida en algún punto fijo imaginario.

Entre el cielo y el desastre Where stories live. Discover now