Capitulo IV : El Viejo Joe

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Ahora si el viaje que nos deparaba prometía ser largo, un largo trecho de caminata hasta llegar a los principios de la costa y luego tener que matar a 35 de esos pulpos guerreros que yo no conocía lo suficiente para saber sus puntos débiles. Apenas si había matado algunos pocos mientras investigaba la ciudad de Edward en mi primera incursión buscando ítems raros y monstruos especiales que me den estos objetos tan ansiados.

Todo estaba preparado para que pasemos la noche juntos con Amy en la misma cama, todo menos nuestros cerebros que consideraban la idea espantosa por donde se la mire. Ninguno de los dos dijo palabra alguna sobre la situación, aunque yo esperaba amenazas constantes de su parte diciéndome que ni se me ocurra hacerle algo mientras dormía, claro que a mí no se me pasaban ni cerca de la cabeza esas ideas.

Traté de olvidarme de este escenario y cerré mis ojos buscando poder descansar de una buena vez luego de un arduo día de combate así recuperar la mayor parte de mis energías.

Dormir era algo extraño dentro del juego. Cuando tus ojos se cerraban todo se volvía negro y el tiempo volaba a tal punto q daba la sensación de estar acostado tan solo un segundo pero con el efecto de recuperación igual que el que tenía dormir en la vida real.

Pasado estos minutos desperté mirando el techo mientras que la luz del sol entraba por la persiana de la habitación iluminándola con un magnifico dorado que abarcaba todo el lugar. En seguida me di cuenta que algo andaba mal, en cuanto quise bostezar mi boca se vio tapada por lo que parecía ser una mordaza. Rápidamente levanté la cabeza para ver a mi alrededor.

Mis brazos y piernas estaban atados de tal forma que parecía un gusano vertebrado que se movía en la cama. Al lado de la cama estaba Amy que se escondía pegada contra la pared mirándome con cara de sobresaltada mientras tartamudeaba unas palabras en voz baja y me señalaba con su dedo índice antes de decir.

—¡P-P-Pervertido!

Me gritó antes de abrazarse a sí misma intentando consolarse por el supuesto acto impuro que había intentado realizar mi yo dormido en su cuerpo aparentemente inocente. Cerré mis ojos buscando paciencia en donde no estaba y meneé ligeramente mi cabeza esperando que entre en razón y me libere. Unos segundos después pareció por fin entender la situación y se levantó de su lugar caminando directamente hacia mí. Pero mis predicciones eran erróneas.

—¿Conque no puedes contenerte ante una chica tan linda como yo, eh?

Amy se detuvo y puso cerca mío su rostro mientras sostenía el pelo en sus manos para que no intervenga creyendo que me provocaba algo o que me moría de ganas de besarla, en ese momento mi rostro inexpresivo hubiera dado a entender que la situación no me movía ni un pelo pero se ve que a ella no le importaba para nada y siguió tratando de convencerme de que me gustaba.

—Sé que te morís por besarme. Pero no podes hacerlo ¡Viejo verde!—dijo Amy que ya me había colmado la paciencia. Se alejó de la cama y se dio media vuelta dándome la espalda para empezar a parlotear.

Para mi suerte encontré con el dedo índice y el pulgar la punta de la cuerda con la que me había atado la cual, al tirar de ella, el nudo completo que sostenía mis manos desapareció en una fracción de segundo. Luego de sacarme la mordaza y desatarme los pies dije.

—Dame una sola razón para no matarte—al mismo tiempo que levantaba al Corazón Maldito.

Ella se dio media vuelta horrorizada pero para mi sorpresa se me paró firmemente y me dijo.

—¡Me tocaste mientras dormíamos!

—¿Qué yo hice que?—dije sorprendido de mí mismo.

—Si... yo dormía plácidamente cuando de pronto... de pronto... vos... me...

Corazón Rojo Vol. 1Where stories live. Discover now