Capitulo III : El Rey del Puzzle

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Con el ocaso cayendo sobre nosotros y aun un largo trecho por caminar hasta la próxima ciudad los cinco pensamos que sería una buena idea detenernos a descansar por un par de horas, al menos hasta el amanecer cosa que tengamos un visibilidad confiable a nuestro alrededor.

Esto en parte era para no perdernos con la cantidad de maleza que bordeaba el camino pero también para cuidarnos de un posible ataque de Sombra. El ninja con total seguridad era consiente que alguien intentaría recuperar a los secuestrados por lo que no descartábamos la posibilidad de un ataque sorpresa por la noche.

Las brasas dejadas por los leños al fuego chisporroteaban a la vez que hacían ese clásico sonido de madera quemándose que resultaba muy reconfortante. A pesar de que la noche no era particularmente fría en Líon todos nos amparábamos alrededor de la fogata para mantenernos más calientes.

Mientras que Amy jugaba con Furry alrededor de su cabeza Keigho miraba el fuego concentrándose en la llama más grande como deseando que esta sirva de bola de cristal para resolver sus problemas. Al mismo tiempo Frew miraba al cielo, más particularmente a las estrellas, con una intención similar. Jaia perdida en la nada no parecía tener un pensamiento exacto y era difícil dilucidar que deseaba o a que le temía tanto por su inexpresividad como por su belleza distractora.

—Chicos...—dije con una voz suave, casi en susurro. Ellos volvieron de sus pensamientos para fijar la mirada en mi—¿Se acuerdan algo de... él?

Sin necesidad de dar el nombre ambos entendieron la pregunta. Traté de tocar el tema con la mayor cantidad de sensibilidad posible puesto que me imaginaba no era un experiencia agradable para ellos.

Los paladines se miraron por unos segundos pensando si debían hablar o no. a pesar de la incomodidad que sé que causaba mi pregunta era algo que necesitaba saber, cualquier dato podría sernos crucial a futuro. Keigho se mordió el labio intentando retener sus palabras pero no lo logro.

—Ese maldito...juro que lo voy a matar.

—Fue... horrible—comenzó Frew—se mostró adelante nuestro como si nada, como si no tuviera miedo. Le dijimos que se entregara y tendría un juicio justo pero solo sonrió...

—Después de eso nos atacó—dijo Keigho—éramos doce y de todas formas...—concluyó esta frase apretando los dientes y la mano en una señal de impotencia.

—¿Cómo los ataco?—dije perdiendo el tacto.

—Tenía dos dagas, nada más. Iba muy rápido y esquivaba todo, creo que no le pudimos dar un solo golpe.

—Es muy raro—comentó Jaia.

—¿Raro?—dijo Keigho.

—Él siempre mata a todos y ya tenía a los dos jugadores para sacrificar entonces... ¿Por qué dejarlos vivos?—dijo la cazadora.

Ninguno de los paladines supo que responder exactamente. La charla a pesar de ser incomoda había dado sus frutos de alguna forma. Por lo que ellos dijeron el ninja era bastante orgulloso y confiado de sus habilidades y por lo tanto debería bajar la guardia seguido con tal de humillar a sus víctimas. Eso quizás deje un punto ciego que pueda aprovechar con mi Corazón Maldito siempre y cuando él no sepa que lo poseo.

La charla terminó y tiempo más tarde estuvimos dormidos para a la mañana siguiente estar ya parados frente a la gran puerta de la ciudad continua. Esta, al igual que la anterior, estaba tallada pero con piezas de rompecabezas en vez de símbolos de elementos.

—Siempre fui muy buena en los rompecabezas—se jactó Amy.

—Dudo mucho que sea un rompecabezas literal, más bien debe ser un desafío de inteligencia—dije haciéndome el sabiondo.

Corazón Rojo Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora