Capítulo 37

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Septiembre, 2016



Estar de nuevo aquí me hacía sentir tan nostálgica. Viví la gran parte de mi vida en el Estudio de Danza Benward-Lee, crecí en sus salones, de la mano de sus profesores, de Aaron, de Jeanette, de Damon, fue mi segundo hogar por muchos años.

Cuando subí por la escalera me sentí como la pequeña niña a la que su mamá trajo por primera vez a tomar lecciones, esa niña que no se imaginaba que se enamoraría de la danza así, de golpe, desde el primer plié, desde la primera coreografía.

Me quedé mirando la clase del profesor Damon, esas cuatro paredes en dónde tuve largas lecciones. Muchas de mis compañeras seguían ahí, otras cuantas ya se habían ido, ya no estaba Julianne, mucho menos Dianna, Nathaly jamás tendría la oportunidad de regresar al lugar que la vio crecer como bailarina, Isabella jugó demasiado sucio para salir de aquí como una de las mejores y el único legado que dejó fue su grupo de amigas que se mantenía unido aún.


—¡Irina!


El profesor Damon se acerca a mí una vez que la clase termina, me recibe con un abrazo, invitándome a ir a la cafetería para conversar un poco.


—Escuché lo que te sucedió, realmente me alegra que estés bien.

—Lo sé. Yo escuché lo que pasó con Nathaly y...

—Era muy joven. —Se adelanta a decir y busca cambiar el tema—. Pero en serio me alegra verte de nuevo. Fue muy lamentable no haberte tenido para Giselle.

—Tengo algo que compartirle profesor Damon. —No podía esperar más para darle la buena noticia—. Mañana empezaré mis clases en la NYC Ballet Academy.


Él no parecía sorprendido con la noticia, esbozó una sonrisa y tomó mi mano.


—Era cuestión de tiempo. Creo en ti Irina, mañana vas a ir a demostrar que eres buena, lo harás.

—Y en parte es gracias a usted. Gracias, en serio.


Pensar en lo que iba a suceder mañana sólo me ponía más nerviosa

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Pensar en lo que iba a suceder mañana sólo me ponía más nerviosa. Apenas si pude dormir imaginando cómo sería mi primer día tomando clases con los futuros bailarines de grandes compañías.

Moría de nervios por conocer a Ekaterina Petrov, era una de las instructoras más reconocidas de la escuela y entrenó a grandes bailarinas del Ballet de Nueva York. El simple hecho de pensar en tomar clases con ella me provocaba un hormigueo de nerviosismo en el estómago, ¡no podía esperar para estar ahí!


—¡Estoy por entrar! —Le decía a Ben por teléfono, caminando hacia el edificio.

—¿Cómo te sientes?

—Emocionada y con miedo al mismo tiempo. 

—Vamos amor, eres la mejor y vas a ir a demostrarlo. ¡Suerte! Te amo.

Dulce perfecciónWhere stories live. Discover now