27

2K 109 3
                                    

Esperar... Eso no era algo que le podías decir a alguien tan impaciente como yo.

Sergio me había dichos eso hace tres días y las cosas seguían igual, solo que no estaba yendo a la escuela "porque me sentía mal"

Decidí ver un maratón de películas de Disney, si, soy una chica con una gran debilidad por las películas animadas.

Justo cuando comienza la canción de "mi sueño ideal" en la película, la puerta se abre de golpe y entra mi padre maldiciendo a medio mundo.

--Hola papá -lo saludo con una sonrisa tímida, él asiente y suspira.

--Lo siento pequeña... -susurra a contra mi cabello y me abraza.

--¿Qué pasó?

--Todo se vino abajo, mi negocio valió mierda -limpia violentamente el resto de lágrimas mientras se aleja de mí

--¿Pero por qué?

--No sé, ni siquiera tengo una puta de idea de que pasó pero ahora solo sé que no tenemos para inversión, ni para el sueldo de lo empleados y por si fuera poco tenemos una demanda de otra empresa.

--Papá debe haber una solución...

--Si, largarme de aquí y regresar a Toronto, ahí está mi mejor abogado

--¿Por qué vamos a regresar? -pregunta casual Jaden a penas entra en la sala

--¡Luis! -mi madre entra histérica

--¿Qué pasa Ámbar?

--¡Mis tarjetas han sido canceladas! ¿Qué mierda hiciste? -siento la cólera recorrer mi cuerpo al notar la manera en que ve a mi padre, como si toda nuestra miseria fuera su culpa.

--¡No es culpa de él! -le grito apretando la cobija que tengo sobre mi regazo hasta que mis nudillos se vuelven blancos.

--A tu madre la respetas -se acerca amo tranquilamente y me apunta con un dedo.

--Basta, algo salió mal. Los negocios se vinieron abajo y tenemos advertencia de embarcación. Tenemos que regresar a Toronto... --quiero sonreír por la noticia pero lo evitó porque parece que fui la única a la que gustó la noticia.

Y aunque mi madre parecía que no la calentaba ni el sol y Jaden quería matar a medio mundo, nos dispusimos a hacer las maletas.

Luego de seis horas, ya estábamos en el aeropuerto listos para abordar.

El avión despegó, Jaden de nuevo iba a mi lado. Pero era como si fuera sola porque él se quedó dormido y si despertaba no me miraba, menos me dirigía la palabra.

Bajamos del avión, quise llorar de felicidad porque ya estaba de nuevo en casa, mi verdadero hogar.

Mi corazón comenzó a latir como desesperado en cuanto ví quien me estaba esperando con un lindo ramo de rosas, y una sonrisa deslumbrante.

Siento ese cosquilleo en mi estómago de volver a tenerlo cerca.

Su cabello, sus ojos y esa sonrisa...
¡Aún lo amo!

--Nikky... -habla y me estrecha fuerte entre sus brazos

--Dylan, no sabía que vendrías -digo en cuanto me separo de él

--Sigues igual de linda -toma mi rostro entre sus manos y pega sus labios a los míos.

Nos separamos luego de unos segundos, no sé qué decir. Dylan es el chico de mis sueños y del que estuve mucho tiempo enamorada. Pero cuando me besó... Solo no sentí nada.

--¡Dyaln, que gustó verte hijo! -interrumpe mi madre y lo abraza feliz.

--Me da mucho gusto verla -sonrie Dylan amable, mi madre me voltearon a ver a mí de manera reprochante.

Llegamos a casa, Dylan nos acompaño y luego de un rato se fue porque dijo que quería que descansará.

El resto de esa semana no fui al colegio. Mi casa era un caos, mientras mis padres se trataban de reorganizar y volver a la normalidad, Jaden trataba de acomodar horarios y eso...

Así que yo por las tardes me veía con Dylan, platicábamos, reíamos y pasábamos momentos agradables.

Si, sé que se preguntan por Sergio. No lo había visto, no nos habíamos llamado y no sabía absolutamente nada de él, sin embargo mi cabeza no dejaba de pensar en ese chico.

Por fin había llegado el lunes, y si, yo los odio. Pero mi corazón latía con fuerza al imaginar cómo sería cuando viera a Sergio.

Entre por esas anchas puertas del instituto.
Pero mi triunfal entrada se fue a la mierda cuando mi primera visión fue Rees.

--Hola zorra ¿Qué te trajo de vuelta? -pronuncio con su maldita voz, los que lo escucharon guardaron silencio para ponernos atención.

--Pues varias razones, pero tú... --su sonrisa se hizo más grande --No eras una -los que estaban a nuestro al rededor, lo abuchearon y me dirigí a mi clase de manera triunfante.

Deseaba con todas mis ganas poder verlo, pero en ninguna clase me lo tope.

Iba de salida con un humor terrible. No lo entiendo.
Me ayuda y se muestra lindo, pero cuando estoy de vuelta ni siquiera le interesa toparse conmigo.

--Hola Nikky -saluda Dylan esperando a que nos vayamos. Quiero decirle que tengo ganas de esperar aquí a Sergio, por si aparece. Pero me doy cuenta de que mi idea es realmente estúpida.

--Vámonos -cuelgo bien mi mochila a mi hombro y caminamos algunas calles.

En el camino pasamos por unas empanadas, platicábamos de todo tipo de temas y por fin me sentía completamente cómoda con Dylan. Era como tener un mejor amigo.
Desde que éramos novios así funcionaba, éramos como mejores amigos (nos contábamos todo, la confianza era primordial y nos acabamos) y al mismo tiempo novios.

Al final me fue a dejar a casa, hice algunos deberes y me metí a bañar.
Ya no tenía nada que hacer, decidí ver una caricatura hasta que me quedé dormida.

Desperté por el sonido de mi celular, era un mensaje de Dylan, diciendo si podíamos vernos a unas cuadras de mi casa. Le respondí que si.

Llegue pero él aún no estaba, que raro ya que es una persona muy puntual.

--Hola preciosa ¿Esperas a alguien? --no hace falta que voltee para saber que es él. Si voz es hermosa y la reconocería en cualquier parte.
Me giro hacia él, lo encuentro luciendo perfectamente calmado, con esa sonrisa que lo caracteriza. La único diferente es que se ha cortado un poco el cabello.

Y ahí está mí corazón latiendo como loco, mis manos sudando y mi estómago papaloteando.

Sí que lo había extrañado.


¡Golpe bajo, preciosa! (En Edición) Where stories live. Discover now