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--Vaya, creí que nadie tenía ese poder sobre el gran Sergio Roggers -es mi turno de sonreír burlona.

--Sé que tengo ese efecto sobre ti también, preciosa. -mi sonrisa se esfumó

--No estoy aquí para escuchar sobre celos, en serio tengo que irme

--¿Quieres irte? -asentí dudosa con la cabeza

--Debo irme, mis padres me están buscando

--Pregunté si querias irte, no si debías -había olvidado lo complejo que a veces era este chico.

--Tengo -respondí sin rodeos

--Ven conmigo -negué con la cabeza

--Me matarán si no llego cuanto antes

--Sabes arreglartelas. O vienes por las buenas o por las malas; tú decides. --no tenía opción

--Vamos -suspiro rendida, su hermosa sonrisa se hace más grande. Tomó mi mano y nos dirigió a su motocicleta.

--Esto es tan cliché... -hablo mientras me coloco el caso

--Lo sé -no puede evitar reír junto a él

--Si no te agarras de mí con fuerza es posible que ruedes por la carretera -ay que romántico. 

--Ya entendí que quieres que te toque -menciono coqueta, Sergio me guiña el ojo.
Me senté pegada a él y agradecí mentalmente por haberme puesto plantación y no falda.

Enrosque mis brazos al rededor de su torso con todas las fuerzas que me fue posible, y entonces arrancó.

Ojalá estuviera diciendo que me encantó el viento en mi rostro y la adrenalina, pero no
Me sentía niña pequeña que gritaba en un parque de atracciones, definitivamente esto no lo estaba disfrutando.
Por fin llegamos a un barrio que no lucía caro pero tampoco pobre, era algo intermedio.

--Ya puedes bajar preciosa -Sergio me tendió la mano ayudándome a bajar, no la hubiera aceptado si no fuera porque sigo temblando del miedo.

--Deberíamos hacer esto más seguido -dijo el chico sonriendo de oreja a oreja

--No, la verdad prefiero caminar

--Miedosa

--No me dió miedo -trato de mentir

--Claro ¿Entonces porque cerrabas los ojos y gritabas?

--¿Como te diste cuenta?

--La moto tiene este artefacto que se llama espejo, sirve para reflejar ¿No los conoces? -pregunta con sarcasmo

--Idiota, yo sé que te encanta mirarme

--Nunca lo he negado. Si, me fascina mirarte. -y así es como Roggers me voltea el juego a su favor.

--¿A que venimos? -desvío la conversación, sé que terminaré perdiendo

--Bienvenida a mi casa -frente a nosotros se alza una linda casa de color café y un hermoso jardín.

--Es una linda casa. ¿Ahora me dirás que soy la primer chica a la que traes a tu hogar? -él suelta una carcajada

--No, eso sería mentir -odio que su respuesta me duela.
Toma mi mano y nos adentramos a su hogar.

--¿Tienes más hermanos? -ahora que veía sus fotos familiares había una pequeña de cabello rubio en ellas y se parecía a Sergio por los ojos.

--No, solo Natalia -responde tajante, justo cuando voy a abrir la boca para preguntar sobre la chiquilla, él me jala escaleras arriba.

--¿Por qué vamos hacia tu habitación?

¡Golpe bajo, preciosa! (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora