1.- 나는 여기에있다.

6.5K 501 76
                                    

— Sanae... de verdad. Te pedí 100 hojas para el borrador de este mes y llegas aquí y me entregas solamente ¿20? ¿Crees que esto es un juego?

— Lo siento GyaDong... no he tenido tiempo de...

— Sana... no quiero escuchar la misma excusa de siempre. Si este borrador no está listo para la siguiente semana, será mejor que no vuelvas a pisar esta casa editorial. No necesitamos escritores como tú.

Sanae bajó la vista y asintió. Sabía que estaba a punto de llorar, sin embargo, su editor tenía razón. No podía continuar de aquella forma. Había perdido por completo su inspiración y el talento que poseía para escribir, iba desapareciendo.

Estaba decepcionada de sí misma, jamás creyó que el único Don que le fue entregado y al que adoraba, la abandonaría un año después de haber debutado.

— Prometo que me esforzaré más. — La chica le dedicó una reverencia a su editor y se puso de pie, tomando su morral, lista para partir.

GyaDong miró a la chica y suspiró.

— Sana, tienes talento, eso le consta a cualquier persona que haya tenido el placer de leer una de tus obras. Pero careces de algo que cualquier escritor debe tener.

Sanae miró a GyaDong a los ojos, esperando que de pronto, de la boca de aquel hombre saliera la respuesta a todos sus problemas.

— ¿Qué es? — Terminó por preguntar.

GyaDong negó con la cabeza y acomodó el pequeño bonche de hojas que le había sido entregado.

— El corazón roto. — Declaró. GyaDong encendió un puro y comenzó a fumar sin despegar los ojos de la chica.

Sanae suspiró decepcionada y salió de la oficina sin agregar nada más.

Aquella tarde, la editorial parecía tener mucho más trabajo que de costumbre. Al ser día de entrega, el bullicio del lugar era excesivo para cualquier persona que fuera amante de la paz.

Sanae llevaba un año trabajando para seojeong, había logrado publicar dos novelas que sorpresivamente se habían convertido en un rotundo éxito.

Muchos escritores envidiaban a la joven chica por haber alcanzado la fama tan rápido, pues había algunos que, a pesar de haber publicado infinidad de obras, encontraban imposible superar a la jovencita de 20 años, la cual resulto ser la sensación en ese momento. Sería una verdadera tragedia que de pronto, sus compañeros de trabajo se enterarán que había perdido la inspiración.

GyaDong era por mucho su salvador, fue quien creyó en ella primero que nadie, incluso, mucho antes de que sus padres se enterasen del talento nato que poseía la muchacha, pues a pesar de ser un hombre maduro, GyoDong poseía una mente abierta a nuevas e innovadoras ideas.

Sanae entró en el baño del edificio y cerró con seguro la puerta, después de asegurarse que estaba completamente sola.

Se miró al espejo y se quitó los anteojos para limpiar las lágrimas errantes que salían de sus ojos, fruto de una frustración perenne que no hacía más que hundirla conforme el tiempo pasaba.

Entre sollozos, admiró la escuálida figura que había reflejada en el espejo y tragó saliva. Era demasiado delgada, estaba segura que ni siquiera parecía una mujer. Su cabello largo y trenzado, un tanto desaliñado, era por completo su enemigo, pero no poseía el valor para cortarlo, porqué contaba más historias que cualquier otra parte de su cuerpo.

¿Un corazón roto? Sane tenía más que el corazón roto. Nunca había tenido la suerte de enamorarse ni de sí misma. Sabía que sus obras eran el único fruto de su pasión, por qué sí había algo que la chica amaba más que cualquier otra cosa, eran a sus historias. Los fragmentos de su pasado, la vida que le hubiera gustado vivir, la mujer que soñaba ser, el hombre al que deseaba tener. A través de sus libros, Sanae, mostraba piezas de su vida anhelada, deseosa de ser escuchada. De transmitir y de enseñar.

Jeongsin. pjm BTSWhere stories live. Discover now