33.- Boy meets evil.

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La traición era lo que Taehyung más detestaba en el mundo. No le agradaban los traidores ni siquiera un poquito, porque se dedicaban a destruir vidas o en su afán, a destruirse a sí mismos.

En ese momento, Tae se sentía el peor traidor de universo, pues sin querer, se enamoró de la novia de su querido hermano mayor. Desde el día en el que Jimin le confesó a todo el bar que Sanae se sentía atraída hacía el moreno, Tae presintió que su fin estaba por llegar.

No lograba sostener la mirada de la chica por más de cinco segundos, no lograba hablar enfrente suyo y mucho menos, podía sonreír. Taehyung tenía que huir de Sanae a como dé lugar, evitarla, negar su existencia, pues de lo contrario, caería en un abismo sin fondo que no se atrevía a enfrentar.

Sin embargo, aquel día su magnífico plan se desmoronó entre sus manos.

Al ver a la chica defender sus ideales enfrente de su madre, como si de un gran dragón se tratase, Taehyung cayó. Estaba tumbado en el fondo de aquel abismo, luchando por regresar a luz.

Pasó tres días y tres noches intentando olvidar a Sana, pero la chica simplemente se metía en su mente como una intrusa. Taehyung se imaginaba haciéndole un millón de cosas que jamás contemplo ni en el más recóndito escondite de su puritana alma. Verla feliz junto a su hermano, lo destrozaba sin control. Tae tenía que superar ese maldito enamoramiento, porqué era capaz de perder a todo el mundo, menos a su querido hermano Vuur. Pero lo perdería, porqué no estaba dispuesto a renunciar sin haberlo intentando.

Decidido, despertó temprano por la mañana para prepararse. El departamento estaba completamente en silencio y era normal, todo el mundo continuaba durmiendo a esa hora.

Tae se duchó, se vistió y salió de casa sin hacer más ruido que el necesario. Tomó un taxi y le entregó la dirección de la muchacha al conductor. Su corazón podía salirse de su pecho en cualquier momento, pues palpitaba con un ímpetu incontrolable, exagerado. En su estómago, un millón de sentimientos jugaban con sus intestinos y de nuevo, su traicionera imaginación le proyecto una imagen grosera y erótica de la muchacha.

Al llegar al edificio, Taehyung limpió las palmas de sus manos con el sacó; los nervios lo hacían sudar frío e incluso podía sentir sus piernas temblar. Finalmente, motivado por las miradas curiosas de los transeúntes, Taehyung entró luchando por mantener su cabeza en blanco ¿Cuál cabeza?

Tomó el elevador y sacó su móvil dispuesto a encontrar un medio de entretenimiento momentáneo. Llegó demasiado rápido como para hacer nada. Tae tragó saliva y se dirigió a la puerta de Sanae con las piernas temblorosas. Tenía que ser más rápido que Jimin, mucho, mucho más rápido. Tenía que resolver todo ese opulento revoltijo de emociones que lo atormentaban sin piedad.

Admiró la puerta del departamento y suspiró, una, dos, tres veces. Tocó sin mirar, intentando regular los latidos de su corazón. Estaba temblando.

Después de tres minutos de espera, una adormilada y adorable Sanae abrió la puerta. Taehyung deseaba que aquel momento fuera eterno, porqué simplemente podía quedarse toda su vida admirando a aquella mujer. Deseaba hacerlo, era un hecho.

— Hola Sanae — saludó esbozado una adorable sonrisa.

Sanae lo miró sin expresión.

— ¿Taehyung?

— No, pepe el del pan — respondió.

Sanae comenzó a reír.

La chica se hizo a un lado para dejar al muchacho entrar, Taehyung lo hizo sin pensar.

Fingió admirar el departamento, pero en realidad veía el adorable pijama holgada de la muchacha. Pantalones psicodélicos color azul y una blusa blanca que bien podía pertenecerle a su padre.

Jeongsin. pjm BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora