Corre

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Dylan

La falta de sueño estaba haciendo estragos en mi cuerpo, había vuelto a la rutina, y entre lo que hacía a diario, no me quedaba tiempo para mí, así que recordé esa cafetería cercana a la casa de Be... Bueno, a la anterior casa, en la que ofrecían el café más delicioso del mundo, era un poco lejos, pero lo valía.

Me acordé tanto de mis épocas con Rebecca, que casi me sonrojo, pero ahora ella era mamá y esposa, por mucho que eso me molestara tenía que aceptar que ella estaba bien ahora, que la ratita evangélica era un hombre aceptable y que finalmente ya no se metía con Luna, lo cual es lo que más me importa en la vida.

Decidí solamente por recordar, decidí cruzar justo al frente de la casa de Be, entonces lo que vi me paralizó el corazón.

La madre de Rebecca estaba siendo empujada con violencia fuera de su apartamento, ella por la fuerza tropezó y rodó un poco por las escaleras, que afortunadamente eran muy pocas. Otra vez más el esposo de Silvia le estaba pegando, antes veía eso con asco, pero a la vez indiferencia, pero eso era antes.

- Eh...- Dije parando el carro frente a la casa- ¿Por qué si eres tan hombre no te metes con alguien de tu tamaño?

- ¿Este es tu nuevo amante zorra asquerosa?

- Dylan... Dylan por favor márchate, estoy bien, te lo prometo que estoy bien- Dijo Silvia levantándose torpemente del suelo

- No me marcho a ninguna parte hasta que este venga y me demuestre lo hombre que es

- Así que tu amante tiene coraje

- Dylan por favor

- Dos opciones le doy, o se va o me la llevo

- Dylan no más

- Usted no se puede llevar a mi esposa

- Uno, no es su esposa, dos... réteme

Nos quedamos en silencio, tras unos instantes él decidió entrar a la casa y cerró la puerta tras de sí

- Dy... Dylan

- Silvia, escúchame, ya me cansé de verte así, ya basta de tener que estar siendo humillada por esta cosa, que no es un hombre sino un animal, ya detente

- ¿Dónde voy a vivir?

- Vamos a casa, a mí me sobra espacio, y necesito una mano femenina que me ayude, vamos

Abrí para ella la puerta del copiloto y de repente al verla entrar con decisión sentí como si unas cadenas largas le fueran cortadas, aceleré antes que alguno de los tres cambiara de idea.

Me preocupaban muchas cosas, el hecho que yo últimamente me ocupaba bastante en las noches y que quizás ella se molestaría por eso, segundo, que evidentemente mi casa era un desastre y quizás eso a ella le incomode y por último que, aunque yo tenga un cuarto de huéspedes totalmente equipado en caso que venga mi hermana me di cuenta que quizás no era de su agrado, debería pedirle que decore como quiera ella, finalmente será su cuarto

- Dylan- Dijo ella irrumpiendo mis pensamientos

- ¿Sí?

- Yo... quería agradecerte por esto que estás haciendo, te prometo que si consigo trabajo yo...

- Silvia, por años aguantaste mucho de Becca y de mí, y jamás supe como recompensarte, creo que ha llegado el momento de hacerlo

- Pero...

- Escúchame algo Silvia, han pasado años en que todos hemos aguatado que ese hombre te maltrate, y no es justo, necesitas salir, correr, ser dueña de tu propia vida, ser la escritora de una nueva historia, es el momento necesario e ideal para que lo hagas

- Dylan, yo no quiero ser una molestia

- No lo seas entonces

Llegamos a casa y le ayudé a bajar, al parecer le encantó su cuarto porque cuando le propuse hacer algo con él se negó rotundamente

- Ahora, quédate aquí, yo voy a ir por tus cosas

- No puedes regresar allá solo

- No te voy a arriesgar

Tome el coche, me estaba preparando para una gran discusión hasta que veo fuera de la casa arrumes de ropa, él mismo había sacado cada cosa de Silvia, así que todo iba a ser mucho más fácil, recogí con rapidez toda la ropa, aproveché un poco para ir a la tintorería y dejarla limpiando, así finalmente mientras esperaba pude ir a tomar el café que tanto anhelaba.

Cuando pasaron las horas en las que me dijeron que todo estaría listo fui por la ropa la cual estaba empacada de una manera muy bonita. Al llegar a mi casa, apenas la reconocí, el piso brillaba de limpio, al fondo se percibía un olor delicioso

- ¿Silvia?

- Hola... quise de verdad darte una mano con tus cosas

- Pues... muchas gracias, estoy impresionado

- Pero bueno, igual te he hecho algo de comer

- Ah Silvia y yo traje un par de cosas de tu casa

Saque con cuidado la ropa

- ¿Te la dejó sacar?

- Puedo decir que al llegar estaba por fuera

Silvia me tomó las manos viéndome a los ojos

- Dylan... todo este tiempo he estado dormida, viviendo una pesadilla... gracias por despertarme

Entre los dos subimos la ropa y la acomodamos en el armario que yo sentía llevaba décadas cerrado, después de cenar nos fuimos cada uno a su habitación

SILVIA

Las pesadillas se agolpaban una tras otra, era increíble como sentía que aun estando lejos, él podría llegar en cualquier momento, me levanté sin hacer mucho ruido y bajé a la cocina, la idea de estar ahora en esta nueva casa me sobrepasaba un poco, pero definitivamente Dylan necesitaba a alguien que le ayudara, apoyándome contra el mesón tomé lentamente un vaso con agua, de repente escuché un pequeño ruido en la planta de arriba.

No podía dejar que mi mente me hiciera una mala pasada, mis manos temblaban un poco y tuve que aferrar con fuerza el vaso por miedo a que se cayera por culpa de mis manos sudorosas, escuche como alguien bajaba uno a uno el peldaño ¿cómo pudo saber en dónde estaba? me aliste para gritar con todas mis fuerzas.

Pero solo era Dylan, que sin notar mi presencia salió lentamente de la casa ¿a dónde iba? Me asomé con cuidado y lo vi entrando a casa de los Recman... bueno, esa niña Luna finalmente no era tan buena niña si dejaba que él entrara a media noche a su casa


CelestialWhere stories live. Discover now