𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑎 𝑙𝑢𝑧 𝑠𝑒 𝑎𝑝𝑎𝑔𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑠 𝑡𝑢́

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10 de Diciembre de 1986.

Decidí mandarte dos cartas el mismo día... Un suplicio para ti, pero algo bueno para mí.

¿Recuerdas aquella vez en la que era mes de navidad? Fue poco después de nuestro segundo beso en el Snowball.

Recuerdo perfectamente lo mucho que odiaba los fuegos artificiales, y no precisamente porque estuviesen mal o fuesen aburridos. No, nada que ver. Era porque siempre terminaba asustada.

Recuerdo que me dijiste que tenías la tradición de ver cómo explotaban todos los fuegos acá en Hawkins, y fue genial poder verlo contigo.

Por favor, omite la parte en la que yo gritaba por los sustos y terminaba asustando a papá.

Dios, era un desastre.

Recuerdo que cuando no me sentía segura de algunos, que incluso venían en mi dirección a veces, desviaba la dirección de ellos y los niños se desilusionaban momentáneamente, pero luego corrían a encender más.

Recuerdo que estuve siendo prácticamente obligada por ti para encender un fuego artificial.

Yo me negaba, no quería, me daba miedo.

Irónico, ¿no? Que yo, que combatí con demogorgons, tuviese miedo a algo así.

Recuerdos que habían unas lucecitas inofensivas, que solo llegaban a tocarte si las tocabas directamente. ¿De vengala? No recuerdo bien sus nombres, solo sé que no servían para mucho más que trazar dibujos o palabras al aire, y recuerdo haber "dibujado" tu nombre en el aire una cantidad inefable de veces.

Tengo en mi mente el recuerdo clavado de cuando me mostraste cómo usarlos, y cómo hacer que no me quemasen. Papá se mostró voluntario a enseñarme, pero tú no se lo permitiste y me dijiste al oído que me querías solo para ti.

Eras tan celoso.

Recuerdo que cuando pude dominarlo, te dije que estaba bien sola y frunciste el ceño mientras hacías un puchero, pero papá te vigilo y te dijo que yo estaba bien, así que no tuviste más opción que no estar ahí más, sino a mi lado.

Te agradezco por haberme enseñado los fuegos artificiales, son algo que me encanta, y siempre despiden luz por dondequiera que los veas.

Como tú.

Te agradezco porque, al menos ahora, tengo otra luz que me da fuerza, pero no el tipo de luz que deseo.

Deseo que estés aquí, que me alegres el día con tus sonrisas. Deseo que me consientas y me complazcas los caprichos, aunque fuesen unas de las razones por las que lo de nosotros se haya acabado.

Ojalá estuvieses conmigo otra vez, y esta vez, para el resto de tiempo que nos toque vivir... Sé que de seguro te arruiné la vida desde lo que hice, pero me gustaría que no me culparas completamente, aunque entiendo tu odio hacia mí.

Es increíble la necesidad que tengo de ti, es realmente increíble, ¿cómo es posible solo necesitar una mirada para sentir que estoy viva de nuevo? ¿Qué me hiciste, Mike? Te lo ruego, te suplico que me digas qué me hiciste, qué causaste en mí para hacerme sentir de esta manera.

Recuerdo todas esas veces en las que me decías que solo bastaba una sonrisa mía para que te dieses cuenta que era la luz que más brillaba en tu vida, pero déjame decirte que esa sonrisa no está más presente en mis labios, y sé que no lo estará por mucho tiempo más hasta que tú regreses.

Pero sé que no te importa, y no te culpo, no tiene por qué importarte que yo estuviese mal o triste, después de todo, ya te había dicho que yo era opaca, y que si mi sonrisa brillaba para ti, era solo porque tú me habías sonreído antes.

Me es imposible explicar lo importante que eres para mí con palabras simples... las palabras no alcanzan para describir algo con exactitud en cuanto a amor se refieren, porque te amo, y no importan las circunstancias, creo que jamás dejaré de hacerlo.

Pero no quiero que eso te pase a ti, Mike, jamás quiero que apagues tu luz, porque eres esa persona que al dar una sonrisa, ilumina al mundo entero, así solo conozca a dos personas allí.

Como te digo, mientras se acerca navidad, estaré encendiendo fuegos artificiales, mientras pienso en la luz que irradiabas constantemente, y que agradezco que llegaste a brindarme en lo que duró nuestra relación.

Pero mi luz, la que tú decías, ya no está... El fuego de esa luz, se apaga cuando no estás tú.

Te ama,

El.

𝐂𝐚𝐣𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora