«𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑝𝑎𝑝𝑎́»

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Final dedicado a una de las mejores personas que he conocido, gracias por ser una lectora tan fiel a la historia, Ale, no sé si estaría aquí sin tu apoyo <3

—¡Mike! —el susodicho volteó inmediatamente al escuchar que le llamaban por el pasillo. Pudo ver a mucha gente avanzando, sin embargo, no encontró quién era el dueño de la voz, ya que era un muchacho—. Eh, Mike, soy yo —pasaron una mano por delante de la cara de Mike y este reaccionó al dueño de la mano y en la dirección que estaba esta. Se volvió y pudo ver a Will mirándole.

—¿Will? ¿William Byers?

—El mismo en persona —tenía una sonrisa de oreja a oreja, dejando perplejo al otro muchacho.

—¿Por-por qué me estás hablando? —Mike seguía sin entender la razón del llamado de la persona a la que siempre consideró su mejor amigo.

—¿No te gusta que te hable? —Mike negó con la cabeza enérgicamente.

—No, no me refiero a eso. Solo que me parece raro que tú me estés hablando, cuando claramente estabas molesto conmigo. Pensé que me odiabas.

—No podría odiarte —Will se encogió de hombros—. Es cierto que lo que pasó no me gustó. Es decir, Mike, lo que hiciste estuvo muy mal, pero ya Eleven te perdonó... —a Mike le dio una especie de bajón cuando escuchó decir eso, pensó que podía haber otra razón detrás— Y yo no tengo por qué juzgarte de todas formas. Aparte, murió tu padre, es entendible tu actitud y la mía fue muy inmadura. Discúlpame por no haberlo entendido sino hasta ahora —Mike sonrió y se encogió de hombros.

—Está bien, no importa.

—Por eso, quería arreglar las cosas contigo —Will extendió una de sus manos—. ¿Amigos?

—Amigos —Mike la estrechó.

—Quería saber si podías ir hoy a mi casa. El grupo se reúne ahí todos los jueves, y pidiéndote disculpas, no quería que hoy fuese la excepción. Aparte, ya sabes, quiero que seas parte de la tradición —Mike asintió, con una sonrisa aun más grande.

—Vale, yo iré. ¿A qué hora?

—Nos vemos a las 2:00 —Will le dio una última sonrisa, dejando el lugar.

«...»

Mike tocó la puerta de la casa de los Byers/Hopper y Hopper le abrió.

—Hola, niño.

—Hola, Hopper.

—¿Qué haces aquí?

—Will me dijo que el grupo se iba a reunir aquí y me invitó así que...

—¿Will te dijo eso? Pero si...

—¡Mike! —Will interrumpió a Hopper mientras hablaba y se puso delante de él. Recibió a Mike y pasó un brazo por los hombros del muchacho, haciéndolo entrar—. Qué bueno que viniste. Ven, pasa —Will puso a Mike en la mitad del pasillo que daba para los cuartos.

—¿Qué pasa?

—No, nada, quédate ahí —Will parecía nervioso. Asomó un poco la cabeza y se puso recto otra vez—. Maldita sea... —vociferó por lo bajo.

—¿Está todo bien?

—Sí sí, todo está bien —Will atisbó la silueta de la persona que había estado buscando. Puso sus manos en los brazos de Mike y le miró con una sonrisa—. De hecho, está maravilloso —Will se retiró del pasillo y Mike se permitió asomar la cabeza para ver cuál era el secreto que el chico había estado ocultando. Vio los rulos que tanto amaba y tragó saliva nervioso. Se pellizcó a sí mismo para darse cuenta de que no fuese un sueño y suspiró con mucho más nerviosismo al darse cuenta de que era real.

—Eleven... —la chica volteó como en cámara lenta, y no fue sino hasta apreciar su rostro, que Mike quedó sin aire completamente.

—¡Mike! —Eleven, sin pensarlo dos veces, corrió hasta su encuentro y se abalanzó sobre él para abrazarlo. Mike la atrapó en el aire y la abrazó con aún más fuerza mientras aspiraba, como siempre, el olor que ella despedía. Se separaron y ambos tenían los ojos llenos de lágrimas.

—No sabes lo que te extrañé... Estuve-estuve escribiéndote esas cartas con la esperanza de recuperarte. Y-yo... no sabes lo que te amo, El, no sabes.

—Sí sé. Me amas como yo te amo a ti —Mike se impresionó—. Recibí todas las cartas, Mike, todas. Las guardé junto con el cajón... Las leía cuando me sentía triste y no sabes lo que me animaban el día —Eleven dejaba caer las lágrimas por sus mejillas.

—¿En serio? —Mike parecía incrédulo.

—Sí. Todas. Ven, déjame mostrarte —Eleven tomó con una mano a Mike mientras que con la otra se limpiaba las lágrimas levemente, con una sonrisa en la cara. Se dirigió a su cuarto y abrió la puerta con cuidado. Encendió la luz y soltó levemente la mano de Mike para dirigirse a su mesita de noche, en donde guardaba la caja color azul que le había mandado el muchacho—. Las... guardé todas —se acercó a él y le extendió la caja. Se limpió con el dorso de la mano las lágrimas que aún caían y le miró disimuladamente.

—Pensé... pensé que no las había recibido.

—Las recibí y las guardé, todas. Yo... yo no contesté porque... agh, Mike. No sabía si esto era un capricho o no, así que quise dejar que pasase tiempo, como un mes, y ahí te contestaría porque habías seguido insistiendo. Sin embargo, volvimos antes de lo previsto y no me dio tiempo de nada —se encogió de hombros.

—Entiendo... —Mike le sonrió—. Eso no es lo que importa. El, yo... yo quería saber si había alguna oportunidad de que me perdonases, de que me dieses una segunda oportunidad...

—Te perdoné hace ya bastante tiempo —Eleven tomó a Mike de su abrigo y lo atrajo hacia ella para besarlo. Mike apenas si pudo reaccionar, y cuando lo hizo, le devolvió el beso con el mismo amor e intensidad que la muchacha.

Estuvieron besándose por unos minutos cortos, tal vez dos, hasta que escucharon el carraspeo de un adulto y luego su voz imponente.

—¡No se besen! —dijo Hopper desde la puerta. Eleven se separó, soltando una carcajada y ocultó su rostro levemente detrás de la chaqueta de Mike.

—Entonces, ¿novios? —Eleven soltó una risita de alegría, picardía y al mismo tiempo nerviosismo.

—Novios —respondió asintiendo. Le dio otro beso y Hopper volvió a interrumpirlos.

—¡Que no se besen! —ambos soltaron una carcajada esta vez.

—¿Qué tiene el universo con interrumpirnos? —Eleven soltó otra carcajada, pero más pequeña. Haber vuelto a besar a Mike la había puesto más risueña de lo normal.

—No es el universo, es papá. Siempre papá —Eleven le dio otro beso rápido y salió corriendo, siendo perseguida por Mike, para luego terminar jugando a ver quién atrapaba a quién, creando risas entre ellos y entre quienes los rodeaban.

𝐂𝐚𝐣𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora