Entre otros tesoros.

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Pero no era para sorpresa de Yume el actuar reciente de Naruto, que no se parecía en nada al a veces hombre candente que se le presenta cuando la situación menos lo amerita. Porque sí, estaba segura que si su hermano aprendía a utilizar la poca belleza que tenía y los grandes ojos azules llenos de reflejos junto con esa mirada firme él podría conquistar a la chica que quisiera.

Pero no, lo utilizaba con ella, su hermana, y para peor, no se daba cuenta que esa podía ser un arma inconfundible con Sakura, de quien tanto se proclamaba enamorado. Pero se guardaba ese secreto con ella, para ver si en el futuro las cosas cambiaban. También para evitar situaciones donde ella se sentía rechazada y tirada a un lado. Sabía que no sería de su agrado si Naruto de repente dejara de consentirla tanto como la ha hecho hasta ese momento.

Aun así existía la duda de que si ella pudiera continuar con su vida como lo estaba haciendo hasta ese momento. Se dio cuenta en el instante en que la mirada penetrante, malévola y escalofriante de la serpiente blanca la llenó de horror en millones de sentidos, dejándola helada y desprotegida en medio de la batalla, simplemente por presentar talento en el control de sellos y chakra en trampas y otras cosas.

No se sabía que tenía en mente, y deseaba nunca descubrirlo.

Estaba abnegada, se había retirado de todo al segundo siguiente. No sabía como continuar para adelante o para atrás, ni si estar en el equipo 7 se iba a resolver esta situación. Orochimaru buscaba a Yume y Sasuke, Akatsuki buscaba a Naruto y Yume. Ella se había encontrado en medio de eso, y la Aldea no podía pertimirse perderla por ser una parte del Jinchuriki junto con sus hermano.

Ella la parte Yin.

Él la parte Yang.

Siendo uno.

Siendo dos.

Algunas veces siendo nadie.

Estaba atrapada en esta encrucijada que cada vez se volvía más compleja y larga, con tantos giros y vueltas que no sabía donde comenzaba y donde terminaba. Estaba cada vez más alejada de la verdad, lo presentía, que había algo enterrado entre rocas, madera, arena, ríos y un cielo resplandeciente que la engañaba en el camino que estaba dispuesta a tomar.

Era cada vez más sofocante.

—¡Yume, Yume! ¿Esta vez qué hacemos? Tenemos el festival en la punta de la montaña,— levantó un dedo enumerando cada acontecimiento— tenemos las aguas termales en el hostal, también el mercado con esas tiendas de dulces y ramen al igual que la visita de la arbolada a las afueras del pueblo, ¿cuál eliges Yume?

—Cualquiera está bien, Na-chan, pero hay que hacerlo rápido, que no tenemos mucho tiempo.

Era verdad, aunque no se lo creía del todo, era verdad que no quedaba mucho tiempo hasta que todo sea descubierto. Incluso Naruto lo sentía, que se había pasado toda una semana de viaje rogando, rogando y suplicando a su hermana que aceptara el collar del primer Hokage, que colgaba de su cuello y le prometiera que jamás le diría una mentira.

Se lo hizo prometer por todo lo que le gustaba, por las cosas que le ocultaba y por el amor que sentía hacia él.

Y Yume no tuvo más opción que aceptar disparates tras disparates dichas por su hermano en ese retorcido juego de quién da más, porque se sentía tan culpable por dentro que casi era palpable la sensación en su pecho, como un tumor maligno, sin tener opción de detenerse.

Pero Naruto estaba feliz, un poco más feliz que eso. Porque entre una y otra palabra había descubierto un tesoro entre las manos de su hermana, que no estaba dispuesto a revelar por el momento, con miedo a que ella le vuelva a mentir.

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Sin embargo, los acontecimientos en ese pueblo no muy lejos de Konoha jamás van a ser informados hasta mucho después, cuando las personas intelectuales, informadas e inteligentes de todo el mundo ninja intente hallarle una razón a todo lo que había ocurrido en el futuro, porque, para ellos, era incomprensible que las cosas terminaran de tal manera.

Por ahora, en esos tiempo, solo eran dos cuerpos puestos en camas uno a lado del otro, esperando la curación y sanación que se había prometido hace unos pocos días por el mensaje que el nuevo Hokage, la mejor ninja médico de todos los tiempos, estaba a punto de llegar. Solo habría un ligero retraso por la condición de un paciente que en esos momentos viajaba con ella.

Y dentro de esas cabezas complejas, parecidas y cíclicas se repetían sus peores miedos y sus más angustiosas tragedias, que nadie sabía, pero resolverían el rompecabezas de lo que en esos momentos era: la vida.

En uno de ellos, el mayor. No podía dejar esas equivocaciones, la guerra, la pérdida, el encuentro, el dolor, el sufrimiento y muchas cosas más se juntaron y lo apuñalaran una y otra vez en la gran cruz en que se encontraba clavado.

Sus dudas, su arrepentimiento, el sentir que había incumplido en el deber más importante por el que estaba hecho, al único que le había pedido al salvarlo de las garras de la muere. Aún cuando no se le encontró el cuerpo, aún cuando no había rastros de él más que una gran mancha de sangre no dejaba de que atormentara a su cabeza esa repetida escena seguida de sus manos cubiertas de sangre.

Pero eso no era lo más peligroso, no, no, lo más peligroso era que sentía que la persona que estaba a su lado iba a seguir sus mismos pasos. Aquellos llenos de venganza y odio a sí mismo, vergonzoso de su pasado, vergonzoso de su familia, vergonzoso de todas aquellas cosas que hizo. Unos recuerdos que no puede soltar, mucho menos superar, que la retiene y lo aprieta, que no le da tregua, que lo empuja al suelo y se queda sin aire.

Así, así. Así de duro era el pasado para personas con su misma personalidad, que retenían sus emociones y preferían sufrir solos con la carga y el dolor a decir pío sobre cualquier cosa.

Ellos mismos se arrastraban a la soledad, en especial el niño Uchiha, no era extraño que Yume le tuviera tanta aprehensión como hasta en esos momentos.

Porque todos la habían visto evolucionar, mucho más que cualquier jutsu o sello en particular. De esas actitud miedosa y reservada, a una más cauta, dudativa, ligera hasta esa pequeña aprehensión hacia la persona que se consideraba un prodigio entre sus allegados.

La habían visto ir caminando rápido y temblorosa en las calles, hasta una gran indiferencia y descuido en lo que la rodea. Como que si pensara, como que si recién hubiera descubierto la verdad acerca de un asunto que nadie más podía entender. Sus ojos ya no esquivaban los negros profundos, sino que investigaba un poco más dentro de ellos.

Sí, eso era.

Una idea.

Yume tenía una idea acerca de algo sobre el Uchiha.

Solo que...

No estaba muy seguro si eso era bueno.

PromételoWhere stories live. Discover now