Capítulo 18

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El LaBEN. El mejor laboratorio de investigación de todo el país. Me pellizco el brazo para comprobar que no estoy dormida, que no es todo un sueño. Auch, vale, no, estoy despierta. Voy sentada en el asiento trasero de un taxi en el que me dirijo a la sede que hay en mi ciudad. Miro mi reloj y veo que voy con muchísimo tiempo de antelación, ya me lo había dicho Marceline cuando estaba por salir, pero no podía quedarme más tiempo en casa esperando a que llegase la hora. Me encuentro tan nerviosa que estoy cien por cien segura de que si estuviese conectada a un monitor de constantes vitales lo haría estallar y voy tan absorta en mis cavilaciones que no me doy cuenta de que el vehículo se ha detenido hasta que oigo al conductor decirme lo que le debo.

-¿Disculpe? - pregunto con vergüenza, no me he enterado del número.

El buen hombre me lo repite y en cuanto le pago me bajo dándole las gracias y deseándole un feliz día. Cuando estoy de tan buen humor no puedo evitar compartir mi felicidad con el resto del mundo. Al echar la vista al frente me encuentro con una valla abierta a un enorme complejo rodeado de jardines, el edificio que se encuentra en medio es completamente acristalado y el sol reflejado en los cristales lo hacía ver como si acabase de salir de un sueño. Al mirar la hora veo que todavía quedan más de veinte minutos para que dé comienzo la entrevista que tenía concertada, así que decido darme un paseo por los jardines. No es mucho más que unos bancos colocados estratégicamente debajo de unos cuantos árboles y unas pocas zonas de césped, pero consiguen que el lugar tenga un toque de frescor bastante relajante. «Sí, me gustaría mucho trabajar aquí» pienso con una sonrisa en la cara.

Sigo caminando escuchando a los pájaros piar cuando una mujer enfundada en una bata blanca se acerca a mí.

-Buenos días, esto es un complejo privado y solamente pueden estar aquí los trabajadores del laboratorio.

Aunque me ha llamado la atención se nota que no lo hace con resentimiento o como si me estuviese regañándome, creo que simplemente se está dedicando a informarme de la situación, así que le respondo con una sonrisa.

-Sí, lo sé, y aunque no trabajo aquí puede ser que pronto lo haga, estoy esperando por mi entrevista, no debe faltar mucho para que llegue la hora.

La trabajadora del laboratorio me regala una sonrisa.

-Entonces espero verte pronto - y con eso continúa su camino dejándome sola de nuevo.

Quedan apenas cinco minutos para tener que reunirme con el jefe de recursos humanos, así que decido entrar en el edificio y dirigirme a la sala donde me entrevistarán. Cuando llego hay una mujer de pelo negro y muy rizado que al verme en la puerta se levanta con una sonrisa y me invita a entrar. Es elegante, probablemente tenga unos diez años más que yo.

-Señorita Bubblegum, es una suerte recibirla, nos preocupaba que ya estuviese trabajando en algún otro lugar, me llamo Lucía Sánchez - se acerca a mí y me estrecha la mano, llevándome a una silla que se encuentra delante de su escritorio, - por favor, siéntese.

Mientras ella está yendo a sentarse en su silla tras el escritorio yo aprovecho para darle un rápido vistazo a lo que hay a mi alrededor. El despacho es bastante amplio y luminoso, con las paredes cubiertas de estanterías repletas de carpetas, supongo que llenas a su vez de mucho papeleo. Es simple, pero no lo suficiente como para llegar a ser impersonal, hay unos pequeños cuadros con fotografías de naturaleza colgados en las paredes y en su escritorio hay un marco de fotos el cual alcanzo a ver de refilón ya que está girado hacia el interior de la mesa. En la imagen se ve a la mujer acompañada de otra más o menos de su misma edad, quien lleva sobre sus hombros a una niña de aproximadamente 3 años, se sonríen entre ellas de una manera que solo una familia podría. Esto me hace darme cuenta de que en algún momento me gustaría recrear esa escena inmortalizada con Marceline.

¿Recuerdas?Where stories live. Discover now