Sonido oclusivo

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No otra vez, ¡joder! No otra vez. Y estás segura de que Octavia a tu lado piensa lo mismo, porque el hecho de que la señora Phoebe esté parada frente al piso de ustedes no marca buenos precedentes, para nada. Aún no las ha visto, pero crees que el sonido que crea la suela de su zapato contra el piso se escucha bastante similar a «Las voy a matar» en Código Morse, y aunque no sabes descifrar dicho código, su rostro de «Quiero ver la sangre correr» no engaña a nadie.

Es que, en ese momento la mujer parece de lo más aterradora, y estás tentada a dar media vuelta e irte huyendo de ahí sin importarte un soberano pepino la integridad de Raven Reyes, porque seguro que la muy idiota se lo ha buscado; y joder, que no, no quieres arriesgar tu pellejo, porque aunque otrora la anciana parada frente a la puerta resultara inofensiva, esta vez toda su aura grita: «Alerta, peligro de muerte». Pero, joder... no dejarías sola a Raven en esto... no... una mujer tiene que hacer lo que...

— ¡¿A dónde jodidos crees que vas?!— Exclamas en un susurro, y tomas a Octavia del cuello de la chaqueta, quien, muy lejos de detenerse, te arrastra hasta cruzar el pasillo a la izquierda, rumbo a las escaleras. En serio, cuello de acero y voluntad de grafeno.

— ¿Acaso no notaste que ahí está a nada de desatarse la Tercera Guerra Mundial?— y bueno, tienes que darle la razón; eso es lo que sucedería si Raven abre esa puerta. Porque, lo de Little Boy y Fat Man eran una nimiedad si empezabas a analizarlo bien. No era la primera vez que la señora esa iba a reclamarles algo, y toda la energía en el pasillo grita de forma alarmante que la bomba está por explotar; y entiendes que la morena quiera dejar la estela, es más, hasta apoyas la decisión, ¿por qué jodidos no estás huyendo también?

—Okay... pero que Raven no se entere de que esto lo pudimos evitar, porque igual y nos mata—. Y te diriges rumbo a las escaleras, con la conciencia marrón, pero viva... y es que la culpa no la tienes tú, claro que no, la culpa es de Raven por hacer no sabes qué carajos, y de Einstein y su E=mc2. Empiezas a bajar y te das cuenta de que nadie te está siguiendo; volteas, y ves a Octavia parada en el mismo lugar; suspiras y vuelves por el mismo camino. — ¿Cuál es el plan?— preguntas derrotada, ¿ya qué?... no puedes decir que andas dejando una buena vida, aunque en balanza, no estuvo tan mal; si quitas un par de detalles, y olvidas los dos últimos años, no puedes decir que estuvo tan mal, ¿verdad?

— ¿De verdad pensabas irte?— Y hasta lo dice con aire de incredulidad. Es que... necesitas iluminación divina, ¿acaso no había sido ella quien salió huyendo primero?

— ¡Pero si tú saliste huyendo primero!— Respondes, de verdad no puedes entender lo caradura que puede ser. Fíjate, que lavarse las manos de buenas a primeras y dejarte a ti como la encarnación de Peter Pettigrew cuando fue ella quien te arrastró hasta donde están paradas justo ahora. Ves las escaleras con nostalgia.

— ¡A planificar, Woods! No podemos lanzarnos al carajo con los ojos vendados—, y claro, sería genial tener un plan, pero no crees ninguna de sus palabras.

— ¡Oh, Dios! Es que no había notado que estaba hablando con Sun Tzu, disculpe usted—, y haces la reverencia más sarcástica que te nace— ilústreme, ¿qué haremos para salir del embrollo?— y es que, aunque ha dicho implícitamente que eres bien cobarde, la verdad es que también quieres salvar la integridad de Raven.

Ves palidecer dos tonos a la morena y caes en cuenta de que seguro... seguro detrás de ti está parada la señora Phoebe. Y bueno, no queda nada más que improvisar, y estás dispuesta a decir lo primero que se te venga a la mente, cuando es Octavia quien rompe la tensión con sus palabras, mientras camina rápidamente hacia su piso, ignorando el hecho de que la septuagenaria le sigue el paso como si fuera atleta profesional y las palabras reumatismo y osteoporosis no vinieran incluidas en su diccionario.

Nos merecemos algo mejorWhere stories live. Discover now