Ositos gominola

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No podrán ir todos, Lexa. Tienes que hacer una selección para el festival—. Y es que no podía ser, no, no lo aceptarías, tus niños se habían esforzado muchísimo, les habías exigido como si de adultos se tratara y era jodidamente injusto.

Pero todos se han preparado muchísimo, ¿cómo le digo a tantos niños que no podrán ir?— Ni siquiera te planteabas con seguridad el hecho de que alguno de ellos dejara de ir. Es que, era una locura.

Te sentaste, tus piernas dolían de lo inflamadas que estaban. La coordinadora se sentó a tu lado y suspiró cansada. Llevaban minutos en la misma discusión.

Hay un margen, lo sabes, ¿no? — Y claro que lo sabías, te acababas de enterar, si te hubiesen dicho con tiempo, no estarías en esa situación... pero no, habían esperado hasta el último mes para avisarte del jodido margen. — De esta ciudad solo pueden ir ciento cincuenta niños.

Y ese era el problema, podían ir ciento cincuenta niños, y la cifra la habían dividido en dos partes iguales, cuando el otro coro no tenía ni un cuarto de la preparación que el tuyo.

Mis niños están mejor preparados que los de él—. Mejor dicho, tus niños estaban preparados. Ella se arregló el cuello de la camisa de forma nerviosa y te miró fijamente a los ojos, en una guerra de miradas que no estabas dispuesta a perder. Resopló frustrada antes de responder:

Y no lo dudo, pero hay que ser justos—. ¿Justicia? ¿En serio había utilizado esa palabra?

Se levantó, y se acercó al dispensador de agua, llenó un vaso... ofreció llevarte y lo rechazaste. En su mirada podías notar que la mujer pensaba que solo discutías por capricho. ¡Cuánta ceguera!

Si fueras justa, Luna no utilizarías este tipo de selección. Dijiste, sin medir tus palabras, ¡ya qué!, estabas que ardías en furia. ¡Joder, no era justo... no era para nada justo!

Por favor, Lexa... sin ofensas. Y todavía se atrevía a hacerse la ofendida, cuando no era solo tu trabajo el que estaba siendo menospreciado, sino el de todos tus niños.

Es que lo tienes claro, no puedes poner a mis niños en el mismo saco que a los de él. Sabes de sobra que los míos están mejor preparados ¡Ensayamos hasta fines de semana, Luna, no me hagas esto!

Te levantaste, con dificultad, porque el que ella estuviera en pie te hacía sentir inferior, te hacía sentir que tu punto no sería escuchado igual.

No te hago nada, son las normas. Solo podrás llevar a setenta y cinco niños.

Lo decía como si... como si ya no pudieras hacer nada. ¡Joder! Hasta te daban ganas de decir que o iban todos, o no iba ninguno. Pero no querías que el imbécil, y tenor, de Finn se saliera con la suya. No y no. Todos tus niños tenían que ir. Punto.

Pero tengo ochenta y nueve, Luna, no puedo. Respondiste, y ella notó en tu "no puedo" que no cederías. Se llevó las manos a la cabeza, intentado domar su cabello en una clara muestra de frustración.

Tienes que hacerlo, y tienes una semana para entregarme la lista—. Su tono no daba lugar a reproches, pero no. Tú no te rendirías. ¡Les habías dicho que en un jodido coro todos eran importantes! ¿Con qué cara les dirías ahora que su esfuerzo había sido en vano?

Nos merecemos algo mejorWhere stories live. Discover now