A veces... te quiero

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Mikasa caminaba descalza por el pasillo del edificio, llevaba sus tacones colgando de una mano y a Jean pegado a su espalda besándole cuello, sus brazos aprisionándola posesivo.

-No me dejas caminar, bestia -exclamó Mikasa deshaciéndose del abrazo.

-Es que no te puedo sacar las manos de encima. No es mi culpa -se excusó Jean fingiendo inocencia.

La chica continuó caminando por el pasillo y se apoyó en la puerta. Jean se detuvo frente a ella. Comenzó a buscar las llaves en los bolsillos. Mikasa lo miraba fijo.

-¿Qué? -preguntó Jean sacando las llaves.

-Eres tan feo -dijo Mikasa con un suspiro.

Jean alzó ambas cejas, iba a responderle, pero antes que lo hiciera Mikasa lo rodeaba por el cuello y lo besaba. Abandonó su boca para deslizarle los labios por la quijada y alcanzar ese espacio bajo el lóbulo de la oreja.

Jean aprovechó aquello para abrir las cerraduras y empujar suave a Mikasa dentro del apartamento. Cerró la puerta de una patada, mientras ella ahora colaba las manos bajo su camiseta. Tomó el borde de la prenda y la fue subiendo, Jean aceleró el movimiento y se la quitó de una vez.

-Estás tan bueno -dijo Mikasa con una sonrisa maliciosa pegándole una mirada nada inocente.

-¿Quién te entiende? -se rió.

Mikasa se llevó un dedo al mentón.

-Habría que cortarte la cabeza…

-¿Ah sí? -exclamó Jean.

Sin dejarla responder, la tomó rápido por la cintura y se la echó al hombro. Le dio una nalgada que sonó bastante fuerte.

Mikasa se quejó, pero se dejó cargar hasta la habitación. Jean la tiró a la cama sin mucho cuidado. La chica se rió.

-¿Con que me cortarías la cabeza? -preguntó mientras ella asentía risueña.

Jean llevó sus manos al borde del vestido de Mikasa y lo jaló hacia arriba. Llevó sus labios a uno de los muslos de la chica, repartiendo húmedos besos que lograban sacarle suspiros cada vez que se acercaba a la parte interna de ellos. Sus manos la sujetaban con fuerza por las caderas.

-Puedes quedarte con tu cabeza -gimió Mikasa.

-Claro, mientras la tenga entre tus piernas te sirve -bromeó.

Frotó una mano contra la ropa interior humedecida y la chica arqueó la espalda. Lo repitió un par de veces mientras la besaba bordeando la tela. Subió ambas manos hasta sus caderas tomando la tela y jalándola hacia abajo para desprenderla de ella. Mikasa movió las piernas y las bragas quedaron olvidadas en algún lugar del suelo.

Tuvo que retener la respiración cuando sintió la lengua de su compañero en aquel sensible punto, los brazos fijos alrededor de sus muslos, devorándola sin ningún pudor. Su cuerpo reaccionaba ante ello, llenándola de deliciosos escalofríos, sintiéndose contraerse y relajarse por instantes. La respiración entrecortada, ligera, sonidos poco decentes saliendo por su boca. Se mordió el labio inferior tratando de controlar esos gemidos, intentando que él no notara lo muy entregada que estaba, fingiendo que aun mantenía cierto control sobre la situación.

Lo sintió juguetear con un dedo en su entrada, ingresando de a poco, retrocediendo, abriéndose espacio en ella hasta que alcanzó ese punto que siempre la hacía perder todo control. Soltó un suspiro sucio que hizo que Jean se riera suave contra su tibia carne.

-Méteme otro -gimió ella.

-Sucia… te encanta -dijo apartándose para verla a la cara.

-Cállate.

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