Dame la mano, carajo

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Operación Limpieza de Imagen, día 1.

Mikasa miraba en su armario tratando de adivinar cuál sería el mejor atuendo para vestir. Anoche no le había dado el tiempo ni la cabeza para prepararlo como todos los días. Ya era mediados de semestre y comenzaba a hacer frío. ¿Cuál era la mejor ropa para vestir luego de haber salido como una zorra en ese video?

Pasó los colgadores con parsimonia. Si ponía demasiado énfasis en un atuendo modesto, todos creerían que trataba a la fuerza de deshacerse de la imagen que proyectó en el video. ¿Qué vestía una chica que estaba en una relación?

Dejó de cuestionárselo. Tomó unos vaqueros, una camiseta de manga larga y un sweater de un suave rosa. ¿Debería tomarse el cabello o lo dejaba suelto?

Se llevó las manos a la cabeza y fingió un recogido algo desordenado. Volvió a soltarlo. Recogido le quedaba mejor. Tomó una pinza desde su escritorio y lo acomodó algo holgado. Se miró al espejo. Sí, algo sutil y relajado. Las chicas que salían con alguien debían verse relajadas. Se maquilló ligero, colocó un pañuelo al cuello a juego con el sweater y bajó a desayunar.

Su madre aun traía mala cara de la noche anterior. Apenas sí la saludó y dejó su plato de frutas frente a ella.

-Tu cabello luce horrible -le dijo crítica.

-Gracias, mami -sonrió Mikasa obviando el comentario.

Su padre, sentado en la cabecera apenas sacó la vista del periódico. Bebió un poco de café.

-¿Me acabas de contestar? -exclamó Maika -Albert, dile algo.

El padre miró a la muchacha.

-Te ves hermosa, cariño. Muy natural -la halagó -Y no le respondas a tu madre.

Mikasa asintió. Ni siquiera sabía de dónde había provenido ese sarcasmo que normalmente guardaba para sus amigos. Sin duda estuvo mal.

-Lo siento, mamá.

Su madre asintió y se concentró en su desayuno. Mikasa bajó la vista al propio y luego volvió a mirar a su madre. Podía entender su decepción, ella siempre había adorado a Eren. No sabía a quién le gustaba más, si a su madre o a ella.

Realmente deseaba que las cosas hubiesen sido diferentes y no fallarles. Quería que su madre volviera a estar orgullosa de ella. Solo había una manera de lograrlo.

-Jean vendrá a cenar -dijo Mikasa tomando un gajo de naranja.

-¿Hoy? -preguntó su madre alarmada.

-Bien -dijo Albert con parsimonia -Pediremos algo, porque parece que tu madre no tenía consideradas visitas -hizo una pausa -¿No tiene ninguna alergia alimentaria de la que debamos saber?

-¿Planeas asesinarlo de un shock anafiláctico? -preguntó Mikasa en tono de broma -No es alérgico a nada que yo sepa.

De hecho podrías alimentarlo de cerveza barata y cigarrillos y estaría más que dichoso, pensó Mikasa mientras tomaba su jugo de naranja.

-Ni siquiera me he hecho a la idea que has reemplazado a Eren y ya quieres meter a ese aparecido a la casa. ¡Cuánto descaro y falta de respeto! -exclamó su madre.

-Maika -interrumpió el padre -Mientras antes conozcamos al muchacho es mejor. Además, ¿cómo sabes si te agrada? Mikasa tiene buen gusto, ella jamás estaría con un muchacho que no cumpliera con las expectativas -miró a su hija -Confío en tu criterio, hermosa.

Mikasa sintió hundirse en la silla. Su padre confiaba en su criterio. Si tan solo supiera que iba a traerles a cenar al "tipejo aquel". ¡Momento! ¡Jean era el tipejo aquel! En cuanto pasara por el umbral de la puerta su padre lo reconocería, su madre sabría que era el "chico guapo de la mopa". Sí, su madre había dicho que era guapo. Bueno, se había casado con su papá. Amaba por sobre manera a su papi, pero no era un adonis precisamente. Y Jean seguiría siendo el chico de la mopa.

PerfectaWhere stories live. Discover now