Sobre decisiones apresuradas

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La semana de exámenes pasó bastante rápido, entre estudio y desvelo. El profesor Zacharias suspendió los ensayos de buena voluntad, lo cual todos los miembros del equipo lo agradecieron.

Mikasa ya cumplía seis días en casa de los Springer–Blouse y debía admitir que había sido una gran paz a su mente atormentada. Solo había mantenido comunicación con su padre vía telefónica… y para pedirle dinero. Bueno, las malas costumbres no se iban tan fácilmente.

El día sábado, Mikasa recibió un mensaje de Levi, citándola a beber algo en un local elegante del centro. Nada de lo que ella solía frecuentar con sus compañeros de universidad. Menos iría con sus padres a un bar elegante.

–¿Hay un trago más mariposón que eso? –se burló Mikasa al ver llegar el trago de su primo, una copa de espumante para ella.

–El cosmopolitan –respondió Levi.

Mikasa asintió dándole la razón. Estar junto con Levi, solos, no era algo común. Quizás cuando era más niña pasaba largas tardes con él, yendo a los juegos y a tomar helado. Pero cuando Levi "salió del closet" hacía unos seis años, todas las salidas se vieron interrumpidas. Quizás porque su mamá no vio que fuera buena influencia, o porque Mikasa ya en su adolescencia disfrutaba más el tiempo con sus amigos.

–Vamos a hablar con la verdad aquí, mocosa –Levi tomó un sorbo de su tequila margarita –Nadie te va a decir puta mierda, algo que odio son las mentiras. Suficiente tuve con Kuschel escondiéndome quién era mi padre por quince años y sabiendo que su amante pagaba mi manutención. Perdón, sus amantes –corrigió, Mikasa le dirigió una sonrisa pacífica –No me quejo, lo tuve todo. Pero no soporto la mentira. Así que aquí va.

Mikasa sabía que esta reunión era para tratar el tema de la salida de la casa de sus padres. No había otra razón, su primo y ella no tenían nada, pero absolutamente nada que ver.

–Si me fui de casa no fue por la discusión que tuvimos… no completamente –dijo la chica sin tomar su copa aún, pero sí unos maníes que llevaron a la mesa.

–Todo adolescente se va alguna vez de su casa –desestimó Levi –No es algo por lo que te crucifique. De hecho, creo que te servirá para ver las cosas desde otra perspectiva.

–¿Ah sí? –preguntó sorprendida.

Levi asintió con seguridad.

–Tendrás que volver en algún momento –continuó el mayor de los Ackerman –Pero no creo que ahora sea el momento –caviló –Tus padres también tienen que arreglar sus cosas… –hizo una pausa –No están pasando por un buen momento tampoco –se llevó la copa a la boca –Algo que veía venir de todos modos –bebió.

–¿Se van a divorciar? –balbuceó aterrorizada.

Levi frunció los labios antes de responder.

–No lo sé –respondió con honestidad –No creo que seas tan tonta y egocéntrica como para no haberte dado cuenta que las cosas entre los dos no están en los mejores términos. Claro que Bertie es un idiota que le encanta esconder la mugre debajo de la alfombra –se refería al padre de Mikasa, un apodo familiar –Todo con tal que su pequeña princesa no note nada –agregó en tono burlón.

Mikasa bebió de su copa.

–¿Cómo está mamá? –preguntó algo reticente.

–No sé más que tú, pero tu papá está preocupado. ¡Dios bendiga a ese buen hombre!

–Levi, eres ateo…

–Agnóstico –corrigió jugando con un par de gotas que mojaban su copa –Pero lo que yo crea o deje de creer no es el tema acá.

PerfectaWhere stories live. Discover now