Parte 6. Los hombres muertos no cuentan cuentos

2.4K 220 172
                                    


Antes que pase más tiempo contigo amor
Tengo que decir que eres el amor de mi vida...



Alec se congeló al ver a su padre pararse desde la tarima, con su corona brillando bajo la luz del sol de medio día y sus hombros así atrás, imponiendo poder.

– Guardias, – llamó el Rey y cada oficial del área se giró para verle. – Lleven a Lord Morgenstern a una celda mientras llevamos a cabo una investigación sobre estas acusaciones. Yo, personalmente, tengo curiosidad por escuchar lo que estos testigos tienen que decir. Pueden hacer lo mismo con los otros miembros de la clave, dado que estoy seguro que si estas acusaciones son ciertas, Lord Morgenstern no actuó solo. –

– Rey Robert...– Valentine exclamó sin pode creerlo.

– Suficiente, – repitió Robert, severamente.

A su lado, Isabelle estaba viendo todo con una gran sonrisa. Cuando Valentine y otros mientras de La Clave fueron arrestados no se escuchó ningún ruido de protesta o defensa por parte de la ciudadanía. Al momento, Alec fue hacía la tarima, donde estaba Magnus bajando por las escaleras.

– ¿Estás bien? –Alec le preguntó tan pronto como estuvieron lo suficientemente cerca, aguantándose las ganas de protegerlo entre sus brazos.

– ¿Estás loco? – Magnus soltó molesto, dándole un golpe en el pecho con sus manos amarradas.

– ¡Hey! – Alec protestó. – Acabo de salvar tu vida. –

– Casi logras que te arresten, – Magnus argumentó. Estaba a punto de volver a darle otro pero esta vez Alec lo esquivó justo a tiempo. – Me muero por besarte, – susurró Magnus, suavizando su tono.

Alec suavizó su mirada inmediatamente, y no pudo evitar sonreír. – Lo haría si pudiera, – dijo, bajando la mirada y viendo sus manos atadas. – Lo siento, – le susurró. – Por todo este desastre. –

– Estoy seguro que puedes recompensarme, – Magnus dijo juguetón. – Normalmente pediría diamantes o rubíes, pero para ti, puedo pensar en otras formas de recompensarme. –

Alec solo rió, sacudiendo la cabeza, sorprendiéndose de lo relajante que era saber que Magnus estaba a salvo.

– Pirata, – murmuró bajo su aliento, sin poder contener su sonrisa.

Ambos se sobresaltaron cuando alguien carraspeó a su lado, y Alec palideció al ver a su padre ahí, viéndoles con una penetrante mirada.

– Aun eres un pirata, – el Rey dijo severamente, acercándose más. – No puedo simplemente liberarte. –

– Padre...– Alec a penas había comenzado a decir cuando su padre alzó la mano, en señal de silencio.

– Como decía, – Robert continuó. – No puedo tener a mi hijo, o a ninguno de mis hijos, – enfatizó la palabra, lanzándole una mala mirada a Alec, como si el hubiera sido el que obligó a sus hermanos a participar en ese desastre. Como si sus hermanos le necesitaran para ocasionar desastres, –... yendo por ahí ayudando a escapar a prisioneros. Así que te daré dos días para que reúnas tus cosas y te vayas de Idris. Si toda la historia que me dijo Alec resulta ser verdad, tendrás permitido volver. Si es mentira, la próxima vez que te capturemos yo mismo jalaré la palanca de la horca. –

Alec estaba a punto de protestar, pero Magnus habló más rápido.

– Gracias, Su Majestad, – dijo solemnemente, asintiendo.

A Pirate's Life For Me (Malec)Where stories live. Discover now