Parte 11. Navegando en Aguas Misteriosas

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We found love in a hopeless place...



Las puertas del castillo estaban abiertas, el patio principal ya se estaba lleno. El día era soleado, pero algo frio dado que aun era invierno.

Se le había permitido bañarse, ya que Sebastián no quería que la gente notara la forma en que había tratado al heredero legítimo. También se le había dado ropa nuevo, negra, para la situación.

Cuando salió del castillo, Alec se permitió tomar una profunda respiración, llenando sus pulmones de aire fresco, y sintiendo la nostalgia por última vez.

Meliorn estaba ahí parado, con el traje de verdugo y su rostro tapado, el traje tenía el signo de la Tierra de las Seelie. Claramente, Sebastián quería dar a entender que contaba con el apoyo de los Seelie. Y eso era demasiado, los Seelie eran uno de los más poderosos aliados militares del reino.

Mareen soltó el brazo de Alec cuando salieron del castillo. No le estaba escoltando, pero Alec necesitó ayuda para caminar, dado que casi colapsa del cansancio.

Y no era cansancio del cuerpo. Era cansancio de la mente. Todas las pérdidas y el sufrimiento habían sido demasiado, y su pena se reflejaba en cada movimiento.

– Su Majestad, – Meliorn dijo, de forma demasiada cortes, considerando las circunstancias.

Alec no contestó, simplemente frunció el ceño de forma obstinada.

Caminaron hacía el patio fuera del castillo, y Alec quedó sorprendido. Si no hubiera sido por los guardias que le escoltaban, Alec se hubiera detenido al ver toda la multitud que rodeaba el patio. No sabía si estaban ahí por curiosidad morbosa o por que no aprobaban lo que pasaba, pero de todas formas su estómago se revolvió.

Con la cabeza en alto, Alec le lanzó una última mirada a Meliorn, antes de subir las escaleras hacía la horca.

Ahí, Alec se permitió examinar a la multitud, que se encontraba en un silencio bastante inusual, como si esperaran que Alec dijera sus últimas palabras. Pero la boca de Alec estaba seca, y ponerse a hablar de esperanza, siendo un hombre condenado, no tenía sentido.

Así que siguió intentando permanecer impasible. Pero su máscara cayó cuando vio a su hermana sentada al lado de Sebastián en el balcón real. Ella se veía desesperada y enojada.

Sus ojos se suavizaron al verla, y reuniendo todas sus fuerzas, le mandó una mirada de consuelo y fuerza, dándole un saludo con la mano. Desde la distancia, Alec pudo ver como su ceño se fruncía, sonriendo triste y respondiéndole el saludo-despedida.

La multitud vio su interacción aun sin decir nada. Aunque Sebastián, no pudiendo aguantar el ser una persona decente, se aclaró la garganta y saludó a Alec burlonamente.

– ¡Alexander! – exclamó con una mirada llena de maldad.

Alec no contestó su saludo, simplemente le alzó el dedo de en medio. La multitud jadeó y algunos hasta rieron.

Sebastián miraba a Alec con odio puro, a pesar de la distancia se notaba.

– El reino de Idris es nuestro hogar. Nuestra herencia, – proclamó Sebastián a la gente. – ¡Y hemos dejado que los Lightwood lo denigren y condenen por demasiado tiempo! Corrompieron nuestras tradiciones y leyes. Intentaron convencernos de sus falsas morales. Se aliaron con el enemigo. –

Alec giró los ojos pero se mantuvo callado.

– ¡Hoy pondremos fin a ese desastroso reinado! – Sebastián continuó. – Hoy, con la ejecución del Príncipe Alexander, abrimos las puertas a un nuevo mundo. –

A Pirate's Life For Me (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora