3 - Pequeña Soo

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Y aunque quieras proteger con tu vida a lo que más amas, el destino es lo que decide. Muchos estamos condenados a estar solos, muchos estamos condenados a una sola persona...

***

Soomin siempre caminaba descalza bajo la hierba, desde niña era algo que no podía dejar de hacer siempre que el tiempo acompañaba, más en una tarde como esa, cuando el sol era lo suficientemente intenso pero a la vez el calor del verano todavía no había llegado. Levantó su falda e hizo tintinear la pulserita del tobillo, siempre la llevaba consigo, su madre se la había regalado cuando era pequeña. Miró hacia la casa, desde el jardín podía ver cómo se balanceaba la tumbona donde dormitaba Yoongi y Hyeyeon, suspiró con melancolía, aun así ya no dolía tanto como antes. Quizá se había acostumbrado, quizá se conformaba al menos con tenerlo siempre cerca.

Oyó la puerta metálica de la entrada y era raro pues poca gente entraba a pie en la finca a menos que fuera el cartero o algún turista despistado preguntando por el pueblo, no obstante, le quitó importancia y se sentó en el césped. Las risas del resto sonaron al fondo, el ruido de la música sonaba más allá de las puertas correderas de cristal. Posiblemente todos estuvieran tomando un café con su padre. Se tumbó hacia atrás y apoyó la cabeza en el suelo, el sol tapaba la poca visibilidad que podía tener. Cerró los ojos y se quedó medio dormida, oía el tintineo de las copas, más voces y risas y creyó escuchar a Taehyung tararear algo que no conocía.

—En el fondo no sé qué haría sin ti ahora. —pensó para sí—.

Oyó el crujir de las hojas secas en el suelo, las piedrecillas del camino bajo las suelas de los zapatos y se giró torpemente intentando visualizar el camino. La claridad la impedía ver, frunció el ceño y colocó la mano sobre los ojos para protegerse del sol. Al final del camino empedrado había hombre, no tenía ni idea de quien era así que se incorporó y se alisó la falda larga para sacudirse las briznas del campo. Avanzó varios pasos y volvió a fijar la vista en él.

—¡Disculpe! —gritó—. ¿Busca a alguien?

Nada, el hombre se mantenía inmóvil, movió la cabeza en gesto afirmativo y avanzó hacia ella. Cuando apenas faltaban unos metros algo la hizo dar un paso atrás.

—Hola, Soo.

Lo miró desconcertada, había pasado tantos años que apenas lo habría reconocido si lo hubiera visto en cualquier otro lugar. Su cabello, su sonrisa inocente, aquellas mejillas sonrosadas que parecían las de un querubín, su mirada tierna y aquella forma de encogerse de hombros como cuando un niño dice» no tengo ni idea» que tiempo atrás habían sido tan familiares para ella.

—¿Seokjin? —dio otro paso atrás y dudó—. ¿Qué haces tú aquí?

Seokjin no hizo ningún gesto con la intención de moverse, parecía como si intentará no asustarla. La miraba fijamente con aquellos ojos redondos y profundos, meneó la cabeza para apartarse el pelo de la cara y la volvió a sonreír.

—Te has convertido en toda una mujer —musitó con ternura—. ¿Qué años tenías cuando me fui? ¿Diecisiete? —suspiró con melancolía y volvió a encogerse de hombros.

—Quince años, Seokjin —dijo Soomin—. ¿A qué has venido? No creo que sea buena idea que estés aquí.

—Aún no me has perdonado lo que hice y no te culpó —movió un pie sobre las piedras y metió las manos en los bolsillos del pantalón—. Han pasado muchos años, Soomin... Vengo a hablar con tu padre, necesito verlo.

Soomin comenzó a notar cómo el corazón la martilleaba el pecho. Le dirigió una mirada inquisitoria y zarandeó la cabeza sorprendida. No tenía claro cómo reaccionar, no cuando nadie la había dicho que aquel hombre iba a aparecer después de más de cinco años. Se quedó muda, en esas situaciones en las que el tiempo no pasa, observándolo de arriba abajo.

Torments » Kim Seok Jin; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora