4 - De vuelta a Eoduun bam

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A veces nuestros demonios nos susurran al oído e intentamos no escucharlos, es esa parte de nosotros que nos hace ser como somos.

***

Qué sensación más extraña volver a estar sentado en aquel salón después de tantos años. Sentir la mano de Sihyuk, ver a Taehyung del cual apenas recordaba nada salvo pequeños detalles, Namjoon y sus muchachas, unas desconocidas para él, esa pequeña niña de ojos que todo lo saben y nariz respingona, la pequeña Soon Ji, como la llamaban y su hermano Jungkook, Soomin hecha una mujer.

El tiempo pasaba para todos, Sihyuk tenía buen aspecto, su piel tenía un color cálido y sonrosado y eso era señal de que se recuperaba con rapidez, Yoongi se mantenía en el porche, de espaldas a las puertas correderas de cristal que daban al salón y que al permanecer abiertas le permitían, sin duda alguna, escuchar todo lo que se hablaba en la estancia. El olor de la casa era exquisito, tal cual lo recordaba. Nada había cambiado, los sofás seguían siendo los mismos, las habitaciones mantenían la estética de hacía diez años y sin embargo, que a gusto estaba allí. En su casa. Sihyuk le bombardeó a preguntas casi toda la noche, su pasado, su trabajo, cuáles eran sus planes a corto y largo plazo, las reuniones con Namjoon para definir sus competencias en el negocio, Nagoya, la vida... Notaba la atención de todos, la curiosidad de las mujeres, esa hermosa Hyun Ji de aspecto sencillo y belleza discreta, pensó que Jungkook posiblemente era desconocedor de su vida, en parte era lógico, llevaba poco tiempo con el grupo y había ciertas cosas que no merecía la pena contar. Hyeyeon era su centro de atención, Hyeyeon y su marido, su amigo, su confidente al teléfono durante tantos años. Y pensar que le había perdonado su catastrófica noche...

Los observó durante la cena, durante gran parte de la noche. Ella poseía una belleza antigua, le recordaba aquellas muñecas preciosas con vestidos largos y cinturones dorados que salían en las películas de antaño. Se río suavemente cuando aquel pensamiento le traspaso la cabeza sin embargo no era esa belleza lo que le atraía rabiosamente, eran sus rasgos suaves, la intensidad de su mirada cuando fijaba la vista en él como si se sintiera en peligro y le avisara telepáticamente que estaba preparada y que no podría con ella. La noche que la conoció era una esclava obediente pero no era real. No poseía la humildad de una sumisa, no miraba con temor esperando una palabra para obedecer. Era como si en el momento que la vio descender por las escaleras aquella noche todos sus sentidos se hubieran puesto en alerta.

Una mujer que ejerce el papel de esclava y es obligada a presentarse ante ellos «sin nada» reflejaba inseguridad y temor. En cambio, Hyeyeon había aparecido digna, con la mirada fija en ellos, los ojos brillantes y esa sensación de «me tocas porque no me queda más remedio» en su cara que tanto le había llamado la atención. Luego estaba el momento del baño, era como acorralar a un animal salvaje y excitante, que le daba motivos para cualquier cosa. Digna, prepotente y hermosa... Ella lo tenía todo. Ahora desde el sofá del salón la miraba con curiosidad.

—Me fulminarías con un rayo si tuvieras ese poder muñequita —susurró mirándola desde el otro lado del salón.

Soon Ji apareció repentinamente, levantó las cejas con dignidad y le sonrió con osadía.

—Yo soy Soon Ji —extendió la mano como una niña bien y sonrió.

—Hola, Soon Ji —casi no tenía pecho y las coletas le caían por los hombros hacía adelante. Le dio la mano y sonrió—. Yo, Kim Seokjin, mucho gusto conocerte.

—Así que vivías fuera... Nagoya me gusta, los japoneses no, son demasiados bajos.

Seokjin embozó una sonrisa y la dejó sitio en el sofá para que se sentara. Observó sus coletas y no pudo contener la necesidad de ajustarle las gomas de cada una de ellas, la volvió a dejar ambas en su posición y la pasó la mano por la cabeza. Era como cuidar a su muñeca favorita.

—En Nagoya hay de todo, no solo japoneses bajos niña...

—¿Vienes para quedarte?

Te pareces a Soomin rabiosamente, pensó.

—Sí, es la idea.

Soomin observó a ambos desde uno de los extremos del salón y se mantuvo alerta.

—¿Tienes sumisa?

—¡Soon Ji! —Jimin frunció el ceño y puso gesto de disculpa—. Perdónala, no puedo con ella.

—Tranquilo, no me molesta su pregunta. Deja que pregunte —dijo y miró a Soomin—. ¿Hay que venir emparejado para que te dejen pasar?

—Si no tienes algo mejor, te presentaré a So Hyun, es una chica que...

—¡Soon Ji! —Jimin golpeó la mesa con el puño.

Seokjin no dejaba de reír.

—¡Vamos, Jimin! Seguro que hacen una pareja maravillosa. ¡No quiero que venga! ¡No quiero bajo ningún concepto!

Jungkook la miró furiosamente, Soon Ji bajo la cabeza y se mordió el labio inferior.

—Ei... —Seokjin levantó su barbilla y la miró con dulzura—. Deja que las cosas avancen, pequeña Soon Ji. Paciencia...

—La odio... —dijo con rabia—. Yo quiero ser la única para él. Quiero ser la única para Jimin...

—Lo serás.

Lo miró con curiosidad y sonrió. Se levantó del sofá y corrió con Jimin. Seokjin miró a Soomin, que no dejaba de observarlo.

Como tú de caprichosa y ansiosa, pensó.

Le guiñó un ojo y sonrió. Ella apartó la mirada y siguió hablando con el resto.

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¡Gracias por leer!

Torments » Kim Seok Jin; BTSWhere stories live. Discover now