11 - Eres tan bonita...

524 59 8
                                    



Tenemos corazón aunque a veces nos olvidamos de que está ahí si no fuera por su latido.

***

Cuando llegó de madrugada pasó por delante de la puerta de Soomin y estuvo tentado a entrar, al menos para observarla dormir durante un rato. Apoyó la mano en el pomo de la puerta y la apartó de nuevo. Miró al final del pasillo. Era como un túnel sin fin. Su habitación estaba igual que hacía siete años. Su cama de madera de nogal, su escritorio lacado y finamente barnizado con cajones suspendidos y lamparita de polipropileno gris satinado... Se dejó caer en la cama. ¿Dónde estaría la muñeca que compró antes de irse de Eoduun bam? La que se parecía a Soomin, la pequeña Soo, por eso la llamó así. Debía estar en el armario de la planta de arriba, sí, subiría a su vuelta y la buscaría, peinaría sus tirabuzones y se la regalaría a Soomin, estaba convencido que ella creía que aun la tenía en Eoduun bam. Aquella muñeca le había costado una fortuna pero cuando la vio en el escaparate le recordó tanto a ella que pagó una suma indecente para llevársela. Se levantó y se dio una ducha. Se enroscó la toalla a la cintura y decidió bajar a la cocina a beber algo. La casa estaba totalmente en silencio. El viento soplaba y se oía una especie de siseo en las ventanas.

Abrió la nevera y se sirvió un vaso de agua fría. Dudó unos segundos pero subió arriba de nuevo y abrió la puerta de la habitación de Soomin.

Dormía profundamente aferrada a la almohada. Se sentó con cuidado en el borde de la cama, intentando no despertarla y la acarició el pelo. Era como un ángel cuando dormía, normalmente su expresión era siempre más agresiva, más a la defensiva pero cuando sus facciones se relajaban realmente era como una niña. La besó en la frente y rozó con la punta de la nariz la suya. Se levantó y se dirigió a la puerta.

—No te vayas —le oyó decir torpemente.

Seokjin tensó las mandíbulas aferrado al pomo de la puerta y cerró los ojos.

—Es lo mejor...

Soomin se incorporó y lo miró desperezándose.

—Ayer apenas té vi, me gustaría ver cómo eres ahora, apenas recuerdo tu cuerpo.

Se quedó paralizado de espaldas a ella. Estaba seguro que no era consciente de lo mucho que lo estaba atormentando. Bajó la cabeza y la meneó lentamente.

—Soo... No me hagas esto ahora. No te vengues así de mí.

Ella se puso de rodillas en la cama y se quitó el camisón. Apenas tenía expresión en la cara. ¡Qué risa! Era irónico, nadie tenía ni idea que como era realmente ella en la intimidad. Estiró los brazos en cruz y su pelo se deslizó por delante de sus pechos.

—Ahora puedes verme —dijo ella. Seokjin se dio la vuelta y levantó la cabeza con dignidad—. Ayer lo deseabas. Yo soy así, nada tengo que ver con lo que recordabas.

—Lo sé —apostilló. La miró fríamente y dio un paso atrás.

—Déjame verte Seokjin —volvió a pedir, sonrió sin expresión alguna y luego lo miró con tristeza.

—Si sigues por ese camino no podré controlarme como lo hice ayer, Soo... Y no quiero hacerte daño...

—No me importa. El único daño que puedes hacerme es dejándome sola otra vez —suspiró y se acarició los pechos—. Lo demás no me importa, Seokjin.

Avanzó hacia ella con paso firme y se quedó de pie a pocos centímetros de la cama. Su sexo totalmente rasurado era como una fruta deliciosa que solo invitaba a devorarla, observó sus pechos, simétricos y redondos, sus pezones duros y pequeños. Suspiró.

Torments » Kim Seok Jin; BTSWhere stories live. Discover now