15° Lección: Avanzar

5.5K 754 70
                                    


La cena fue divertida para todos menos para Steve. Debido a que sus dos niños estaban encantados con Tony, tuvo que acercarse a la mesa del hombre para dejar los platos de los pequeños.

— ¿Podrías hacer que coman? Debo ir con los demás.

— Claro, profesor.

— Gracias. Ustedes deben hacerle caso.

— ¡Sí, profesor!

El rubio se alejó no sin antes recibir una sonrisa traviesa de Tony.

La hora de dormir llegó y el profesor ya tenía a sus veintiocho niños dormidos. Cómo era de esperar los dos que faltaban eran Gamora y Peter. Con un suspiro fue a buscarlos.

Nat estaba sentada en la sala tomando un café así que fue donde ella.

— ¿Has visto a Gamora y a Peter?

— Están durmiendo en la habitación de Anthony.

— ¿Qué? Diablos ¿No podrías hacerme el favor de ir por ellos?

— Lo siento, cariño pero debes enfrentar lo obvio y dejar de hacer berrinche.

— ¿Berrinche? Si no recuerdo mal, eso pasó porque sabían que Tony estaría aquí. Que era su jodida casa.

— Es cierto pero no ibamos a privar a los niños de una excursión en este hermoso lugar sólo porque su maestro no quiere aceptar que es hora de avanzar.

— Estoy bien cómo estoy. No necesito avanzar cómo todos piensan que debo. Puedo vivir con el amor de Sharon y Charles.

— Steve, lamento tener que decirlo pero Sharon se fue y Charles está lejos ¿Crees que él no está preocupado sobre su Papá quedándose solo en esa enorme casa? ¿O piensas mantenerlo atado a ti?

— Detente. Deja de meterte en mi vida, Natalie.

Steve se fue dejando a una triste mujer detrás suyo.

Tres toques se escucharon en la habitación de Tony.

— Ya voy.

El castaño abrió la puerta sólo vestido con una bata esponjosa de color rojo granate.

— Vengo por mis niños.

— Deberías dejarlos. Se ven felices.

— ¿Tú también? Ahora todos piensan que saben lo que yo debo hacer. Pues jodanse todos. Me largo.

El rubio trató de girar para irse pero fue detenido por unos brazos musculosos y pegado al cuerpo contrario.

— ¿Qué te tiene tan gruñón, profesor?

— Dios, dime que tienes algo de ropa debajo de eso.

— ¿Quieres que te mienta?

— ¡Tienes niños contigo!

— Ellos duermen en la habitación conjunta. Les expliqué que no soy bueno compartiendo cama a menos que duerma encima de la otra persona, claro.

— ¿Con cuántos has dormido?

— ¿Por qué la pregunta?

— Sólo curiosidad. Tú ya no eres un niño.

— Me alegra que no me veas cómo uno, sería raro.

Steve no pudo evitar reírse.

— Me encanta tu risa, siempre me gustó. Por eso no te miraba cuándo era niño el primer día que te conocí. Eras cómo el sol y mis ojos no soportaban tanto brillo.

— Pensé que me odiabas. Pensé en cómo podría agradarte y se me ocurrió el examen especial.

— Me hizo sentir especial. Mi madre me había dicho que debía mantener perfil bajo pero me aburría. Pensé que me la pasaría así pero tú fuiste interesante  desde que vi tu sonrisa. Y cuándo pusiste ese examen para mí fue cómo si hubiera encontrado el mejor tesoro del mundo. Decidí hacerte mío.

— Rayos, debí pensar en caramelos.

— Muy tarde para arrepentirse.

— ¿En verdad me quieres?

— He tenido muchos amantes, profesor. Quise olvidarte porque tú eras feliz con tu esposa e hijo. Pero nunca pude.

— Yo amo a mi esposa.

— Lo sé. Sólo pido una oportunidad.

— No lo sé. Te extrañé, Tony pero no te quiero cómo tú me quieres a mí.

— Duerme conmigo.

— Tony. Estoy hablando en serio.

— Yo también. Con los niños para que estés seguro que tu integridad será respetada.

Steve volteó su rostro para mirar fijamente el perfil de Tony por unos segundos hasta que suspiró.

— Está bien. Debo decirle a Sam que vigile a mis niños.

— Yo lo haré.

La voz de una mujer los hizo voltearse hacia ella.

— Nat, yo...

— Está bien. Podemos hablar mañana. Buenas noches, chicos.

— Buenas noches, Natasha.

Los dos vieron a la pelirroja bajar las escaleras.

— Pasa.

El rubio fue soltado para que pueda entrar a la habitación.

— Yo me pondré mi pijama mientras tú vas dónde ellos.

El genio señaló una puerta que dividía el cuarto.

— Claro.

El profesor se adentró a la otra habitación y Tony tomó una camiseta vieja con unos pantalones que colgaban de sus caderas. Cuándo terminó el hombre abrió la puerta y encontró una hermosa escena.

Steve se encontraba en el lado izquierdo con su cuerpo girado hacia los niños. Se veía relajado.

Tony caminó en silencio para posicionarse en el lado derecho imitando la pose del rubio pero para el sentido contrario.

Los dos hombres se miraron y se desearon buenas noches con una sonrisa.

El plan del rubio de no acercarse había fracasado pero se sentía a victoria.

'Cosa de niños.' Where stories live. Discover now