16° Lección: Juego

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El genio despertó por primera vez con el ruido de niños riendo y unas manitos en su vientre.

— Dejémoslo y mejor nos vamos, niños.

— Pero el príncipe debe darnos nuestro beso de buenos días.

— Yo puedo darles dos a cada uno.

— ¿Usted quiere que el príncipe lo bese sólo a usted, verdad? No sea egoísta, profesor.

— No debería serlo ¿Cierto?

Tony habló suavemente y contuvo la risa ante lo dicho por los pequeños. Steve se sobresalto pero luego se recuperó.

— Ya dales su beso para irnos.

— ¡Beso!

El genio abrió los brazos y pronto estos estuvieron llenos de dos mimosos niños. Les dio un beso a cada uno que los hizo sonreír satisfechos.

— Ahora toca darle al profesor sino se pondrá triste.

— Se pondrá celodo.

— Celoso, Peter.

— ¡Beso!

— ¿Quiere un beso, profesor?

Con el coro de fondo de dos niños que no se darían por vencidos hasta ver un beso Steve suspiró y acercó su mejilla.

— Buuuu.

— Trampa.

Dos adultos voltearon a ver a los pequeños ante su protesta.

— ¿Por qué dicen eso?

— Los adultos se besan aquí.

La pequeña señalo sus labios.

— No todos, Gamora. Los que son amigos se besan en la mejilla.

— Entonces ¿Por qué ayer se besaron ahí?

¿Ayer?

¿La pequeña los había visto besarse ayer? El rubio estaba al borde un colapso.

— Tienen razón, pequeños.

Y Tony tomó a un desprevenido profesor. Juntó sus labios y le dio un casto beso.

— ¡Beso para todos! Ahora sí a desayunar.

— ¿Vamos, profesor? Ellos están tranquilos. Todo está bien.

— Sí, vamos ¿Qué hora es por cierto?

El rubio buscó dónde ver la hora y encontró un reloj de mesa que indicaba las ocho.

Era un bello reloj de tonos metálicos en rojo y negro.

— ¿Es mi regalo?

— Sí. Parece que pensamos igual. Me diste eso y yo te di un reloj de pulsera.

— Yo dejé mi reloj en casa. Tengo miedo de perderlo.

— No por miedo a perderlo debes dejar de disfrutarlo, profesor.

Steve se quedó anonadado ante lo dicho por Tony mientras el genio llevaba a dos niños de la mano hacia la puerta que conectaba con la otra habitación.

— ¡Vamos, profesor! Drax va a comerse todo. Y quiero hablar con Mantis.

— Ellos son un desastre sin mí.

— Peter, cállate.

Sin querer preocupar a los niños el rubio al fin se levantó para seguirlos. Llegaron al gran comedor dónde todos estaban ya comiendo.

'Cosa de niños.' Où les histoires vivent. Découvrez maintenant