9. Dor, Lauren

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Ella tiene dos caras. Una que muestra al mundo y la otra que se guarda para sí misma. Ella me había dicho una vez; no todos los demonios viven en el infierno, algunos caminan entre nosotros, son como nosotros. Pero nunca creí que hablara de sí misma.

 Pero nunca creí que hablara de sí misma

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Dos años atrás.

Era pulcro e higiénico. El olor a blanqueador era hostigoso, pero podría acostumbrarse a ello. Le era más difícil mantenerse entretenida, solo hace un año pudo adquirir una televisión y un año y medio poder salir al patio de pasto artificial.

Michelle odiaba el blanco de las paredes, pero al menos ella no tenía que tomar la medicación.

Lauren pasaba la mayor parte de su estadía en el hospital psiquiátrico drogada. No distinguía entre día y noche. La única motivación que tenía para dejarse drogar era dejar de escuchar la voz de Michelle. Y por fin ser estable mentalmente.

Pero, sería gratificante poder olvidarnos de absolutamente todo, poder guardar los secretos más oscuros de nuestra psique en un cajón abarrotado de candados y aparentar que nada paso. Poder depositar todo lo malo en lo más profundo.

¿Qué tan lejos podrá llegar nuestra mente?

Muy lejos, si le preguntas a Lauren Jauregui.

La pelinegra suspiró mientras veía a la enfermera inyectarle algo en el brazo.

— Lauren iremos afuera. Debes comportarte, no quieres ir otra vez a la sala oscura ¿Verdad?

Lauren se sacudió bruscamente negando con la cabeza. Odiaba la oscuridad, porque ahí yacía su peor enemiga, la razón por la cual se encontraba en ese loquero. Ella no podía volver, no podía.

No cuando una vez que las lucen se apagan, ella toma el control.

— ¿Qué tengo? ¿Algún día podré salir? — hizo la misma pregunta de siempre, la misma que nunca era respondida. Pero, Rosalie, la enferma de turno, no estaba de humor.

— Tienes TID y jamás saldrás de aquí, Jauregui. Ahora cierra la boca — la había tirado hacia la silla de ruedas con un deje de violencia, aquello le costaría el trabajo, pero parecía poco importarle.

¿Pueden existir diferentes personalidades en una misma persona?

Aquella pregunta había venido después, cuando el efecto de las drogas había desaparecido casi por completo, sentada en su sillón favorito fingiendo ver la televisión. Lauren sacó un cuchillo de mesa.

—¡Oh, Rosalie! Que descuidada eres — murmuró mientras hacía girar el objeto de metal. Aumentó el volumen de la televisión

Escuchó a alguien entrar en su habitación y reclamar por el volumen. La pelinegra casi se atrevió a sonreír mientras estaba de espaldas. En un impulso lo suficientemente rápido y fuerte logro clavar la mitad de la hoja de la cuchilla en el cuello de su descuidada enfermera.

𝑴𝒚 𝑺𝒘𝒆𝒆𝒕 𝑶𝒃𝒔𝒆𝒔𝒔𝒊𝒐𝒏 © (CAMREN)Where stories live. Discover now