—Mami ¡venga a poner la estrella! —La de cabello negro con mechas rojas lo miró enternecido.
Aun no terminaban con el árbol de navidad, precisamente por el trabajo de la chica. Fue con Jimin.
—Vamos levántame. —dijo ella, Jimin se arrodilló y Alex se sentó en sus hombros.
El árbol artificial era muy grande, unos dos metros de altura. Jimin le paso la brillante estrella para que la colocará en la punta del árbol.
Al bajar, el negruzco cabello de Jimin se enredó con uno de los adornos del árbol, sacando a ambos unas risas inocentes.
—Dame un beso, bebé. —pidió ella.
Jimin la beso con sus mofletes sonrojados. Sus labios juntos y el calor se incrementaban. Jimin tomó el mando en el beso y lo hizo más salvaje. Quizás Jimin ya sabía que su mami ya no mandaba en la relación.
—Hey... Los chicos vendrán pronto. —Se separaron y Jimin prendió el televisor, poniendo canciones de diferentes bandas.
El timbre de la casa sonó.
—Jiminnie ¡ve a abrir!
[...]
—¡Y todos cenaremos pavo!
El grupo de catorce chicos que estaban en la sala de la casa se miraron indignados ¿pavo? ¡Ja! Les habían ofrecido carne en la empresa y ellos la habían rechazado.
Eran unos idiotas.
Pero todo por ver al pequeño Minnie feliz junto a ellos.
Park Jimin era un maldito manipulador, un lindo y tierno manipulador.
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Aquí entendí el rumbo que la historia iba a tener...
