☆Capitulo 6: La melodía.

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Enfermos Mentales. Capítulo 6: La melodía.

Entré en la pequeña habitación color crema, adornada por sillones, repisas, diferentes figurillas y pequeñas esculturas esparcidas por la oficina. Me senté en uno de los sillones pegados de la pared y puse mi bolso a mi lado. La mujer castaña de no más de 40 años cruzó sus pies y descansó sus manos sobre las rodillas. Ella me seguía observando sin gesto alguno. Yo igual. Respiré y exhalé hondo.

—¿Y bien? —dije irritada por el silencio. Ya habían pasado unos 2 minutos y ella no había hablado.

—¿Y bien qué? —preguntó sin expresión alguna.

—¿No debería empezar a hablarme o mínimo tener un libreta para anotar?

—Cada psicóloga tiene sus métodos diferentes —dijo mirándome—. Además, si empezara a preguntar cosas, ¿Me responderías? —la miré fijo. Tenía un punto—. Bien, empecemos.

Se acomodó en el asiento y comenzó a hablar.

—Bueno, como veo eres nueva, ¿Qué opinas de este lugar? —preguntó mientras se colocaba unos lentes, sacando una libreta de su bolso junto a un lápiz.

—Que es muy raro.

—¿Por qué crees eso?

—Pues: bailes, clases como si estuviéramos en una escuela, y sin contar el hecho que a todo el mundo nos dejen tener celulares, objetos punzantes y todo tipo de armas blancas en el taller —dije recalcando mis palabras.

—En realidad, a ciertas personas no le damos acceso al curso de taller y les quitamos algunos privilegios.

La miré mal.

—Hay cosas que son así porque esto no es un manicomio, Elizabeth. Bueno, exceptuando uno que otro edificio. Pero cuando las personas vienen a aquí, no vienen a estar encerrados todo el tiempo en una habitación blanca. Vienen a sentirse libres, sentir que hay un lugar en el mundo donde pueden ser ellos.

—Pero al mismo tiempo tratan de "Curarnos" —le recordé confundida.

—Sí, pero mientras lo hacemos, tratamos de que se sientan lo más cómodos posible. Y además no tratamos de curarlos, pues eso no es posible con algunas enfermedades. Por lo que lo único que podemos hacer es ayudar a que sus efectos no sean tan dañinos. Tú por ejemplo, tienes esquizofrenia.

Bajé la mirada a mis manos entrecruzadas sobre el regazo. No se porque aún me incomoda esa estúpida palabra si prácticamente describe lo que soy.

—Eso es incurable...

—Lo sé —interrumpí rápidamente para hacerla callar.

—Justo ahora tu enfermedad está en un estado calmado, ¿No es así?—preguntó.

—Correcto. La verdad solo se presentan todas las madrugadas o bien cuando estoy alterada. Es como un ataque de ansiedad.

—Bien, de alguna forma has conseguido lograr avances impresionantes. Es más, el solo hecho de que sepas y aceptes que tengas esquizofrenia es un gran avance. Pero no significa que no se pueda hacer más ahora que aún eres adolescente. Porque creo que sabes que la enfermedad empeora al crecer, ¿Verdad? —Asentí—. ¿Alguna vez has pensado en hacer de esa odiosa voz suicida, una voz de razonamiento o un tipo de conciencia? —me sugirió.

Por un momento, al escuchar esas palabras creí que era posible, algo mágico, eso sería como un sueño. Luego me di cuenta que no solo parecía algo inimaginable. Lo era.

Enfermos Mentales [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora