☆Capitulo 30: Superhéroe Alex. (TW)

3.7K 452 99
                                    

Enfermos Mentales. Capitulo 30: Superhéroe Alex.

(Advertencia de contenido sensible)


Amaba el agua. Amaba ese sentimiento de no sentir nada bajo los pies. De estar flotando, y de no sentir peso del cuerpo. Mejor dicho, sentir que estás fuera tu piel. Ser ligero, dejar de sentir la pesada carga del cuerpo humano. Creo que es lo más cercano a la paz que el ser humano puede estar. Sentirte uno entre el mar y tú. Ser un alma, una alma flotando en el mar infinito.

La cosa es que no se suponía que debiera estar sintiendo eso en aquel momento, pues se supone que estaba durmiendo.

Abrí los ojos de par en par, sintiendo como el agua llenaba mis ojos. Aguanté la respiración debido a que el agua estaba entrando por mi nariz, dándome unas profundas ganas de toser. Miré hacia abajo y no había nada. No había fondo; solamente un profundo mar infinito. Un mar azul, que en el vacío se veía de un tono negro.

Miraba a mis lados. No había ni un solo pez. Lo único diferente al color azul que pintaba todo a mi alrededor era mi pelo castaño que flotaba en el agua con un tono más claro y angelical, y el vestido blanco de manga larga que cubría todo mi cuerpo, como una sirena.

Levanté la cabeza para intentar averiguar qué tan lejos estaba la superficie. Pero no pude deducirlo, pues lo único que vi fue una gran, extensa, y creo que ligera capa de hielo que, al igual que el mar, parecía ser infinita.

Me impulsé con ayuda de mis pies y manos hacia arriba, ya que la capa de hielo estaba a varios metros de mí. Después de unos cuantos minutos de estar nadando, ya sentía como me empezaba a faltar aire. La respiración ya me estaba comenzando a fallar. Obligándome a abrir la boca inconscientemente tratando de encontrar aire, provocando que un poco de agua entre a mi boca. Sin ninguna otra opción, la tragué.

Pero no pude, pues mi garganta se había cerrado por completo. Así que sin más, la mantuve en mi boca. Sentía un fuerte peso sobre mi pecho, como si lo apretaran sin piedad. Debía aguantar, ya estaba muy cerca.

Toqué el hielo casi transparente con las yemas de mis dedos, sintiendo como este me congelaba la piel tan solo con un simple tacto, obligándome a separarlos. Mi vista ya comenzaba a ser borrosa. Debía seguir, no podía morir aquí. Con dificultad gracias a la densidad del agua, hice puños con mis manos. Dejé que mi cuerpo flotara por el agua, quedado horizontalmente acostada. Ya que mi cara y cuerpo estaban muy cerca del hielo, me dejé caer un poco. Llevé mis manos hacia arriba para golpear el hielo. Una, y otra, y otra vez. Pero era imposible, era irrompible.

Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, mezclándose con el agua del mar y expandiéndose a mi alrededor. De pronto, unas manchas de un tono grisáceo fueron visibles a lo lejos. Eran como huellas, huellas de zapatos que se acercaban hacia a mí desde el norte, donde apuntaban mis pies.

Las manchas estaban sobre mí, caminando sobre mis piernas por encima el hielo. De pronto, una silueta fue visible para mí. Se había tirado en el piso apoyando su cuerpo sobre sus manos y rodillas. Sus palmas tocaban el hielo desde la superficie y su cara estaba casi pegada del cristal. Se podía ver claramente la silueta, pero no el rostro; por lo que deduje que el hielo no era tan grueso.

Una de las manos dejó de ser visible. Quizás porque mi vista era cada vez más borrosa. Ese pensamiento se fue de mi cabeza, pues la mancha volvió, pero no en forma de mano, si no que está vez tenía una forma de pistola.

Enfermos Mentales [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora