Traición

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Su amor era una locura, o acaso ¿podía llamarse amor? Un estudio asegurar que el pre-amor dura de entre uno a dos años y el amor, es lo que queda y si no, solo pasa a ser un capricho más de la lista, ambos sabían que sentían algo, pero les era complicado porque no sabían que llevaban más de seis años amándose, para ser exactos ocho, entonces ¿se puede amar sin conocerse? ¿en realidad existe el amor a primera vista? Claro que sí, una ventana los unió hace años que al momento de verse el amor y pasión se escapó de sus manos, solo se dejaron llevar por las emociones, solo la luna desde esa ventana era testigo.

Sus labios se unían en total sincronía, unos, dos, tres, sus besos eran interminables. Sarada se apoyó en sus hombros mientras la sentó a horcadas en su regazo.

— Esta mal, Sarada — susurró, contra sus labios.

— ¿Desde cuándo haces lo correcto?

El soltó una leve carcajada, la miró, quedó embobado al ver como esos cabellos lacios caían en su rostro con perfección, sus manos recorrieron su espalda sintiendo así su piel detrás de esa fina tela, la yema de sus dedos frotó la seda, sería tan fácil romperla. Ella tomó su rostro con ambas manos para besarle repetidamente, sus labios se curvearon en una sonrisa mientras acariciaban los del rubio con delicadeza, separó los labios al sentir su lengua delinear los suyos.

— No se que siento por ti — jadeó juntando sus frentes.

El miró el auténtico color negro a través de sus pestañas.

— Lo único que sabes es que nunca lo habías sentido — ella lo miró — ¿no es así?

— Oh, Boruto — ahogó su sollozo al unir sus labios con desesperó.

El sentía lo mismo, sufría lo mismo, y eso era cierto, nunca había sentido algo así, el amor y la pasión yendo de la mano, mezclándose parejamente como si hubiesen estado hechos para encajar. Boruto acarició su estrecha cintura para subir con cautelo a sus senos, se aferró a el al sentir sus manos acariciarla a través de la seda, lo hacia con una delicadeza única, sus labios peleaban a muerte para ver quien era ganador, mientras que sus manos eran tranquilas y con movimientos suaves y gentiles estimulaba su cuerpo.

Subió sus piernas y atrapo su cintura aprovechando la abertura del Qipao en la pierna, el bajo sus manos hasta posicionarlas con firmeza en sus glúteos, la levantó y en cuestión de segundos Sarada sintió el suave colchón contra su espalda, estaba dispuesta a todo. Las manos bronceadas de el recorrieron sus blanquecidas piernas.

— Te deseo, Sarada... — susurró, contra su cuello mientras succionaba la piel de este — tienes que irte o no me podre detener — la aprisiono contra la cama, se irguió y ella miró maravillada como sus cabellos dorados caían, sus ojos azules dilatados con un leve sonrojo, sus jadeos prominentes y su rostro perlado en sudor, la habitación se volvió caliente y la brisa pesada.

Ella lo pensó, no era correcto, no estaban comprometidos, una dama no se entrega antes del matrimonio, una dama no se entrega a un hombre que recién conoció, pero entonces ¿si se entregaría a un hombre que no ama ni desea? Cuando contraiga matrimonio será con un desconocido que no ama, será con un tipo que solo querrá deseo carnal y plantar su semilla en su interior, solo iba a servir como una incubadora y luego una sirvienta para su "esposo", se negaba rotundamente, el solo imaginar a ese tipo sobre ella la hacía sentir miedo y ganas de llorar, ganas de gritar y pedir ayuda, sintió las lágrimas aproximarse, no tenían ni un preservativo, si quedaba embarazada se metería en un gran problema al igual que a su amado y no quería eso, quería ser madre, pero por amor, quería concebir por el fruto de un amor y frente a ella estaba, con la mirada dolida por el placer apresado, ese simple hecho era suficiente para que se detuviese, para que pusiera un alto, si tan solo hubiese estado consiente de sus acciones.

Podría morir y esperarte otra vida [3]✓Where stories live. Discover now