Desde Cero

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La alarma retumbó en las habitaciones, estaban tan cerca que oían a la perfección el sonido ageno.
Ambas manos salieron de la sábana que los cubría y apagaron el ruidoso aparato para luego destaparse y sentarse.
Era gracioso que hicieran los mismo, sus habitaciones estaban exactamente iguales, pero invertidas para que la pared en donde estan sus camas sea la más junta. Solo un metro separaba esa pared, ambos se sentían nerviosos al ser separados por una delgada pared, pensaron en cambiar de posición su habitación, pero si lo hacían ocasionarían un desastre; tal y como estaba era cómoda.

Miraron un ounto exacto de la pared un par de minutos para caminar a la ducha, eso era lo más incómodo.
La pared de la ducha era la misma y la ventanilla estaba en la maldita pared.

-- Que estúpido arquitecto -- mascullarón mientras el agua caliente caía en sus cuerpos.

Para su suerte esa pequeña ventana estaba muy alta por lo que no invadían la privacidad, solo si uno se trepara en una silla, pero no lo harían.

Un suspiro se les escapó a ambos y el agua dejó de caer al mismo tiempo.
Mientras Sarada enrollaba su toalla en su cuerpo el lo hacía en su cintura.
Ella secaba sus largos cabellos mientras el solo se los revolvía para luego entrar al baño.

Ella chasqueó la lengua al escuchar la llave del lavabo abrirse al mismo tiempo que la suya.
Se crispó aún más cuando escuchó que el igual azotó la puerta del baño y al mismo tiempo.

El rubio no se quedó atras, abrió de golpe la ventana del balcón y ella igual.

-- ¿Quiere dejar de imitarme? -- preguntó histérica.

-- ¿Disculpa? Usted inrrumpe mi privacidad -- protestó.

-- ¡Mentira!

-- Yo me mude primero por lo que usted es la que invade -- la señaló, pero al hacerlo dejó de sujetar el nudo de la toalla.

Sarada retiró la vista de inmediato para voltearse.

-- ¡Mirona! -- gritó el rubio avergonzado y ella volteó.

-- ¿¡Cómo me llamó!? -- ahogó un gritó al ver que le cerró la ventana en las narices.

Enojada tomó su teléfono; era Chou. Al menos ya estaba afuera.

Metió sus cosas de prisa y salió para subirse.

-- ¡Avanza!

Chou la miró confusa, pero aceleró y al instante Sarada volteó hacía atras y el salía, suspiró para luego dejarse caer en su asiento.

-- Pero que vecino tan apuesto.

-- Calla -- la fulminó con la mirada y se ató sus cabellos -- Lo sabías...

Ella se encogió de hombros -- creo que es el destino.

-- El destino lo escribe cada quien...

-- ¿Quién eligió el departamento?

Sarada chasqueó la lengua y miró los cabellos castaños que cubrían los suyos. Odiaba no saber que responder, subió el cristal y segundos después su auto negro se detuvo en el mismo peatón que ellas.

Aprovechó que los cristales estaban empañados para que las personas del exterior no los miracen, pero ella si podía verlo y se derretía por cada rasgo varoníl.

No debía ser así, cerró los ojos para luego abrirlos y mirar a varios chicos a su al rededor con el mismo uniforme. Agradecía su casi metro setenta, así podía aprentar ser algo alto aunque junto al rubio quedaba corto.

El cuerpo le ardía, saltar y luego caer al suelo en lagartijas y subir de nuevo para repetirlo. El piso de cementó estaba hirviendo con el sol de las dos de la tarde.
Era agotador, pero era mejor que ser humillada...que ser una más de la sociedad. 

Podría morir y esperarte otra vida [3]✓Where stories live. Discover now