Plan de dos

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Sumire miraba cada rincón de la habitación intentando buscar un tema para hablar, pero le resultaba difícil y más aún al Uzumaki que no se hayaba.

-- Boruto... -- se sentó junto a el en la cama y este la miró -- me hace muy feliz estar contigo.

El rubio se quedó callado, solo desvió la mirada. Sumire era linda y muy amable, sería una esposa estupenda, pero no para el. Quizá sonará cruel, pero le era algo aburrido que sea tan sumisa mientras que Sarada parecía una mujer indomable, cuando quería era cariñosa o una fiera lo cual le resultaba bastante divertido y encantador.
El solo en recordarla su corazón se llenó de calidez y una sonrisa se dibujo involuntariamente.

Sumire lo vió sonreir y lo tomó a su favor -- Boruto -- se acercó un poco más y sus pestañas revolotearon al mirarlo de cerca. Boruto estaba dispuesto a retroceder, pero se dio cuenta de que no podría al sentir su espalda chocar en el respaldo de la cama -- ¿podrías...podrías darme un beso?

El se quedó sin habla, solo observó que ella cerró los ojos ¿debía hacerlo? Se casarían después de todo, pero se sentía como si estuviese traicionando a Sarada y no tenía porque sentirlo ya que no eran nada. Sim embargo, su corazón pensaba distinto.

Miró esos labios cubiertos con carmín rojo, era pequeños y delgados, pero seguía prefiriendo los labios naturales de Sarada, quería que ella estuviese frente a el. Las palabras de su madre llegaron nuevamente a su cabeza.

"Lo imposible es amar a una persona cuando ya se ama a otra"

Apretó los parpados y tomó su mentón sintiéndola temblar, ella no merecía tal engaño.

Sus labios tocaron con delicadeza su frente, Sumire lo miró confundida y el desvió la mirada separándose un poco mientras carraspeaba la garganta.

-- Ya es muy tarde ¿no crees?

-- Eh...si -- se levantó -- será mejor que yo...

-- Te acompaño -- abrió la puerta de su habitación para bajar mientras ella lo seguía -- cuídate -- dijo al verla salir, ella asintió y subio al auto que la esperaba.

Boruto se dejó caer en la puerta un momento mientras se tocaba la cien, sentía su cabeza arder o que en cualquier momento explotaría.
Subió a su cuarto, pero cada escalón le resulto complicado; le dolía el pecho. A penas entró se dejó caer en la cama y jaló su sábana para cubrirse.

El ambiente era helado, pero sintió sus parpados tan pesados que le fue imposible abrirlos.

Sarada se removía inquieta entre las sábanas, ella estaba en su habitación y el solo imaginar lo que podía ocurrir la mataba de nervios, quería interrumpirlos, pero no era lo correcto.
Tomó su chaqueta para abrazarla y en cuestión de segundos se adormeció con el aroma que le encantaba.

El sonido tinteniante de su alarma lo despertó, pero por más que lo intentó no podía abrir los ojos, la pesadez era enorme y sentía su cabeza hirviendo ¿tenía fiebre? Ni siquiera tenía fuerzas para sacar su mano y comprobarlo. Se hundió más en su sábana al sentir la helada brisa de la mañana entrar por la ventana...olvido cerrarla, tosió tanto que sintió su garganta rasparse y su pecho arder.

Sarada se extrañó al no escuchar que copiaba su rutina y al pasar por la ventana escuchó con claridad el sonido de las cortinas ondularse frenéticamente por la helada mañana. Abrió de repente su ventana y la helades la golpeó tanto que se tuvo que abrazar a si misma y tal como supuso la ventana de el estaba abierta.

-- ¿Boruto?

Se acercó al barandal lo más que pudo y diviso un bulto envuelto en sábanas, estuvo a punto de irse creyendo que solo se quedó dormido, pero el era puntual y nadie querría otro castigo por faltar o llegar tarde.

Podría morir y esperarte otra vida [3]✓Where stories live. Discover now