Soy su mujer

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Al abrir los ojos todo era oscuro, pero en cuestión de segundos el cuarto se iluminó repetidamente y los cerró de nuevo para escuchar el estrepitoso ruido de los truenos, era como si la cama en la que estaba acostada hubiese vibrado por tal brusquedad. Las gotas heladas golpeaban la ventana como si quisieran traspasarlas sin piedad, entonces pestañeó para notar que ese no era el techo de su habitación, ladeo el rostro y se encontró con una almohada.

El enorme ventanal se agitó con fuerza al abrirse, y la helada brisa se adentró junto a algunas gotas. Sarada sintió un delicioso aroma entre el olor a tierra húmeda y la lluvia. Era una fragancia muy conocida para sus sentidos, pero su mente se negaba a aceptarlo aunque sabía la verdad. Las cortinas se ondearon y la brisa siguió entrando y esparciendo el olor.

¿De dónde venía esa deliciosa fragancia?

Se acercó más a la almohada y descubrió que de ahí venía al igual que de las sábanas. Ese aroma varonil era único, apretando la almohada con fuerza, Se levantó.

No se quedaría a esperar que las respuestas le llegarán.

En otra habitación mucho más espaciosa, se encontraban matándose con la mirada Iwabe, Denki, Lee y Shikadai, Inojin y Mitsuki. Unos decían que era Bolt y otros que era Boruto, por otro lado, una chica le limpiaba la herida a Sumire.

--- ¿Aún no llegan? --- preguntó Shikadai y el albino negó.

--- El señor Sasuke dijo que suspendieron su vuelo por el clima. Esta horrible --- miró a un costado y en lugar de una lluvia parecía más un diluvio.

Todos se paralizaron al escuchar a alguien patear la puerta y las voces de varios guardias.

--- ¡No puede entrar señorita!

--- ¿¡Dónde está mi hijo? --- le preguntó a Sumire al verla y está se levantó de su asiento y retrocedió.

Sarada entró con un aura totalmente oscura y decidida, sus amigos se levantaron se inmediato para detenerla, pero se le adelantaron otros militares.

--- Ya le dijimos que no puedo entrar aquí, señora.

La pelinegra paró en seco y con las cejas fruncidas se acercó al tipo y lo derribó de un golpe.

--- Sólo tengo veinticinco, estúpido.

Los otros chicos retrocedieron y ella siguió su camino hacia Sumire.

--- Dime donde está.

--- ¡No lo sé! --- dijo sujetando la muñeca de su mano derecha, un claro ejemplo de nerviosismo --- yo no secuestre a tu hijo, Sarada.

--- ¡Si, claro! --- rió con ironía y miró a su al rededor --- ¿cuánto más planeaba ocultar la verdad?

Era consciente de que Boruto estaba vivo, ya lo estaba asimilando, pero ya no era esa chiquilla de veinte años que lloró y quiso suicidarse por su amado, esa niña hubiese buscado en este instante a Boruto, lo hubiese abrazado y dicho cuanto lo extrañó y amaba, pero ya no era esa niña.

Era una madre y su prioridad era su hijo.

Si tenía bastantes dudas en la cabeza como: ¿Por qué Boruto nunca regreso? ¿No la amaba? ¿No quiso regresar con su familia? No era una estúpida, sabía de antemano que algo ocurrió como para que el jamás regresará, No iba a caer en el cuento de "No regresó porque me ama a mi" el jamás amó a Sumire, de eso podía estar segura, y por un lado se sentía tranquila.

Ahora lo único que quería era encontrar a su hijo, seguía siendo esa chica enamorada, pero el amor de una madre sobrepasa el inmenso amor que sentía hacia el rubio.

Podría morir y esperarte otra vida [3]✓Where stories live. Discover now