Capítulo 1.

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La música retumbaba en sus oídos. No estaba lo suficientemente sobrio como para andar recto, ni lo suficientemente borracho como para aguantar la estridente música de aquel garito de mala muerte del que estaba saliendo a trompicones. Era el "bar" predilecto de sus amigos, aunque lo que no entendía Agoney era qué hacía él allí si sus amigos ni siquiera habían salido esa noche. A lo mejor tenía algo que ver el guapo camarero rubio de una de las barras del bar quien, para su mala suerte, tampoco estaba trabajando en ese momento. Parecía que no iba a ser su noche de suerte, así que, soltando un suspiro, se encogió en su cazadora para protegerse del frío, y emprendió el camino a su piso.

Mientras caminaba por las frías calles a las 4 de la mañana, le dio por pensar qué estaba haciendo con su vida. Había salido de fiesta él solo a un garito que estaba hasta arriba, donde lo mejor que te vendían era veneno, solo para ver a un camarero del que ni siquiera conocía el nombre. Se estaba empezando a volver loco.

Cuando despertó al día siguiente, Agoney se paró a pensar de nuevo en ese camarero. Le había visto por primera vez hacía un par de meses, pero Agoney estaba demasiado "ocupado" como para haberse fijado detalladamente en él, pues llevaba colgado de su brazo a un tío que acababa de conocer, aunque bien que esperaba conocerlo durante esa noche en su piso. La siguiente vez que le vio fue un par de noches después, al comienzo de esta, y entonces sí que se fijó bien en él. Era guapo, muy guapo, con su pelo rubio peinado en un tupé y unos ojos marrones que hipnotizarían a cualquiera. A Agoney no le parecía muy alto, pero ya sabéis lo que dicen de los bajitos, y además daba la impresión de que tenía un cuerpazo de infarto. El camarero se había dado cuenta del escáner completo que estaba realizándole Agoney, y no pudo evitar soltar una pequeña carcajada en su mente, pues ya estaba acostumbrado.

De vuelta al presente, un timbre devolvió a Agoney a la realidad.

-Ya voy, ya voy - dijo al ver que la persona que estuviera llamando insistía una y otra vez. Básicamente no quería que le quemaran el timbre y además el sonido parecía que le fuera a reventar la cabeza. Abrió la puerta y se encontró con Miriam y Nerea, dos de sus mejores amigas en la ciudad.

- ¡Amiga! Qué, ¿de resaca?

- Aunque bebas agua en ese bar, te levantas con resaca, Miriam, no sé ni para que voy.

- Sabes perfectamente por qué vas. Mas bien por quién – dijo Nerea resaltando el quién en un grito por el cual a Agoney le dieron ganas de estrangular a su amiga.

Resoplando, Agoney se dirigió al salón, con sus amigas siguiéndole, y se tiró en el sofá como si fuera un muñeco sin articulaciones. Si al menos supiera como se llamaba ese chico al menos podría sacar a pasear su vena stalker y buscarle por las redes sociales. Y es que ese chico tenía algo, algo que le llamaba la atención, aunque con la suerte que tenía Agoney, seguro que el chico sería hetero. Eso si tenía la suerte de conocerle algún día, claro.

Después de toda la tarde tirados en el sofá viendo películas cutres que echaban por televisión, Ricky llegó a casa de Agoney junto con otro "amigo" y junto con Miriam y Nerea se tiraron, sin exagerar, hora y media para convencer al canario para que saliese esa noche de fiesta con ellos. Después de muchas escusas y de hacerles prometer que no irían al garito de la noche anterior, accedió. No es que no quisiera ir, que tampoco, solo no quería que le volvieran a envenenar y mucho menos ver al camarero del culazo. Había decidido dejar de pensar en él, Madrid era demasiado grande como para encontrarse con él por una bendita casualidad del destino, y tampoco pensaba volver a pisar el bar en el que este trabajaba.

Sus amigos se fueron a arreglar para la noche que se les avecinaba, y quedaron en ir al piso de Agoney para comenzar a beber sobre las once de la noche. Tras darse una ducha de casi una hora que acabó con el agua caliente del edificio, se puso un chándal limpio y, viendo la pereza con la que llevaba todo el día, decidió llamar y pedirse dos pizzas para cenar pensando en dejar una para cuando volviera de fiesta o, en caso de que no volviera esa noche, para desayunar al día siguiente. 

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Hooola! Bueno, por aquí os dejo el primer capítulo. Sé que es un poco corto, pero irá mejorando y el siguiente capítulo será mas largo. Lo que sí os pido es paciencia, pues estoy trabajando y estudiando a la vez y no tengo mucho tiempo libre, peor os prometo que valdrá la pena. Espero que os haya gustado y cualquier recomendación, cosas que so gusten o no, dejadlas en los comentarios e intentaré mejorar. Un beso!



Bastó una sonrisa | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora