Capítulo 9.

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27 de diciembre. 27 de diciembre y Agoney no ha salido ni un solo día de su piso. Eso, ni tampoco Raoul ha dado señales de vida como prometió. Pero tampoco le importa, lleva años pasando estas fechas solo y eso tampoco va a cambiar en un futuro cercano. "O lejano", piensa Agoney mientras se mira en el espejo después de salir de la ducha – porque, aunque lleve sin salir cerca de una semana, la higiene es lo primero -. La barba de varios días ocupa casi al completo su cara, adornada con unas ojeras de un profundo negro debido a las pesadillas que sufre noche sí, noche también. Con un suspiro, se aleja de su reflejo demacrado para volver al sofá que ya recuerda perfectamente la forma de su cuerpo, pues lleva sin levantarse más de 15 minutos de allí, días. Pone en marcha de nuevo la serie que está viendo, y se vuelve a sumir en sus recuerdos.

Noche del 24 de diciembre, cuatro años atrás.

- Agoney, hijo, quita esa cara. Parece que hayas visto un muerto.

- Es cierto. Es nochebuena, Agoney, y no te quiero ver con esa cara cuando lleguemos a casa de tu tía. Es una noche para disfrutar y de las pocas que te vamos a ver más de 10 minutos cenando.

- De acuerdo. Como queráis. Puedo fingir una noche, llevo haciéndolo 19 años.

- En fin, entra en el coche y quita esa cara, parece como si sufrieras con nuestra compañía. Además, tienes una sorpresa cuando lleguemos, Glenda ha vuelto, así que alegrando la cara, que es gerundio.

- ¿Glenda? – la cara de felicidad de Agoney poco tenía que ver con la que había mostrado anteriormente -. ¿Va a estar Glenda? ¿De verdad ha vuelto de Australia?

- Sí, ha vuelto, así que si quieres verla deja esa cara toda la noche y sube al coche que a este paso llegamos en año nuevo a la casa de tu tía – mientras su madre decía todo esto, un Agoney de 19 años ya había subido al coche con la ilusión navideña que tiene un niño de 5 por ir a abrir los regalos.

Cuando Agoney abrió los ojos todavía era noche cerrada, por lo que ni se molestó en mirar la hora el su móvil – aunque tampoco es que tuviese batería -. Se levantó al baño, aun pensando en el recuerdo que acababa de revivir y que llevaba reviviendo durante toda la semana, origen de sus marcadas ojeras y mal humor. Cuando volvió, decidió poner a cargar el móvil, más que nada para poder saber en qué día y hora vivía. Tras esto, se volvió a intentar dormir, esperando no despertarse de nuevo por las pesadillas y poder descansar en condiciones, aunque fuera por una noche.

¶¶¶¶¶¶

Por su parte, Raoul, llevaba varios días sin poder dormir también, pero por otra cuestión muy diferente a la de Agoney. Y es que no podía dejar de sentirse culpable por haber dejado tirado al canario, pero poco podía el hacer contra lo que le habían dicho sus padres, personas de las que dependía económicamente, aunque tuviera trabajo. Todo había pasado, por casualidades del caprichoso destino, la noche de nochebuena cuando había decidido sincerarse con su familia sobre todo lo que estaba viviendo en Madrid.

Solo unas horas antes de bajar a cenar, había estado hablando con su primo Sam.

- Pero, Raoul ¿estás seguro? Ya sabes cómo son.

- Es la única manera que tengo de poder irme mañana de vuelta a Madrid. No sé qué le pasó a Agoney, pero lo que sí sé es que no voy a dejarle toda la semana solo. Y antes de que digas nada, tú no viste la cara que tenía, pareciera como si se estuviera cayendo a trocitos por dentro mientras por fuera intentaba aparentar que estaba bien.

- ¿Y si le preguntas a Ricky? Sabes que esto no va a salir bien, lo sabes. Sólo empeorarás las cosas.

- Tengo que intentarlo, Sam. Además, Ricky no me va a decir nada. Agoney se enfadaría si me lo contara. Y yo también prefiero que salga de él el contármelo, eso significará que confía en mí.

Bastó una sonrisa | RagoneyWhere stories live. Discover now