Capítulo 6.

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Al final le habían liado. Agoney se estaba comenzando a replantear su fuerza de voluntad, pues parecía ser una mierda. Todo había ocurrido cuando llamaron a la puerta y Ricky y Nerea aparecieron con una sonrisa de malicia, por lo que tenían pensado hacer y por ver que había sido Raoul el que les había abierto la puerta. Todo quedó aclarado, al menos en teoría cuando los dos chicos les explicaron lo que había pasado. Después Ricky y Nerea explicaron el plan, Agoney se negó, Raoul también se negó a que Agoney fuera, Agoney se enfadó porque Raoul no era quién para decirle que podía hacer y qué no, así que aceptó y ahí se encontraba. Con dos copas de la mano. Había llegado al punto en el que no puedes digerir más alcohol, pero las copas siguen llegando a ti. Acechándote, como obligándote a que las bebas. Y Agoney tampoco tenía pensado negarse a ello. Menos después de ver la cara de amargado que llevaba Raoul durante toda la noche por haberle llevado la contraria. Aunque a lo mejor el hecho de que Agoney estuviese bebiendo de gratis durante toda la noche gracias a un chico que acababa de conocer y con el que no había dejado de magrearse, también estuviese teniendo su efecto en el chico rubio. Y ese efecto pareció empeorar cuando el chaval comenzó a meterle la lengua hasta la campanilla a Agoney, quién simplemente se dejó llevar debido a la cantidad ingente de alcohol que corría por sus venas.

Cuando se separaron, sonrió al chico y se acercó a su grupo de amigos formado por Ricky, Nerea, Sam y Raoul. Nada más acercarse, el canario se quedó de piedra.

-Ricky... - llamó al mayor. – Mira... se parece a Glenda -. Todos podían observar cómo, en la oscuridad, los ojos del canario se iban llenando de lágrimas mientras los otros tres observaban la escena sin saber muy bien de qué iba.

- Agoney, sabes que no...

- Lo sé, Ricky, habrá sido mi imaginación, no te preocupes – y, acabándose la copa de un trago, dio por finalizada la conversación y se fue en busca de su nuevo amigo

Tras un rato bailando juntos, Agoney no podía quitarse de la cabeza a la chica que había visto antes, se parecía tanto a... Antes de poder darse cuenta, el chico con el que estaba le empezó a besar sin miramientos. Agoney con su monumental borrachera, cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, decidió separarse del chaval, pero este no parecía estar por la labor, ya que el agarre de este se hizo más fuerte mientras Agoney se retorcía en sus brazos intentando soltarse. Raoul, que observaba la escena, lleno de rabia, no aguantó ni dos segundos en avanzar hacia ellos en cuanto vio que Agoney intentaba zafarse de su agarre, decidido a partirle la cara. Para su desagracia, o su suerte, Ricky se le adelantó, separando bruscamente a los dos chicos mientras protegía a Agoney con su cuerpo y se encaraba al otro chico que, asustado al ver a Ricky, se largó de la escena. No pasaron ni treinta segundos cuando Ricky ya estaba saliendo de la discoteca con Agoney medio cogido dejando allí a Nerea, Raoul y Sam, quién había llegado después, sin decirles ni una palabra, solos Agoney, él y su cabreo monumental.

Cuando llegaron a la casa del canario, Ricky le ayudó a ponerse la camiseta y los pantalones de chándal con los que dormía y a meterse en la cama. No pasaron ni dos minutos desde que habían llegado, cuando el mayor oyó unos golpes en la puerta. Extrañado, pues eran las 5 de la mañana, fue a abrir. En el umbral se encontró a un Raoul enfadado, muy enfadado, pero también preocupado por el estado de Agoney. Sin mediar palabra, Ricky se retiró de la puerta y se dirigió a la cocina donde cogió una botella de agua de litro y medio.

- Intenta que no se duerma, sino mañana no se va a poder mover de la resaca – Raoul, haciendo caso a Ricky, fue hacia la habitación de Agoney, a quién se encontró tumbado en la cama y sí, dormido.

- Agoney... Ago, despierta – le decía mientras le daba unos pequeños toquecitos en el hombro. Al ver que eso no funcionaba, probó a sentarle en la cama. Con sudor, lágrimas y esfuerzo al final consiguió incorporar al canario que parecía haber reaccionado a las intenciones de Raoul.

- Raoul... holaaaaaa – Agoney estaba más contento de lo que Raoul le había visto nunca.

- Menuda borrachera llevas encima, colega.

- ¿Yo? ¿Borrachera? Nunca. Jamás en la vida – no podía evitar reírse cada vez que terminaba una palabra. Sí, reírse, ¿sabéis la risa borracha? Esa risa.

- Claro, compañero, lo que tú digas. Eh, eh, ni se te ocurra dormirte.

- ¿No quieres me duerma? Vaya, Raoul, no pensaba que tuvieras esas intenciones conmigo –. A Raoul le costó entenderle pues entre la risa, el hipo y la borrachera, era imposible sacar una palabra en claro. Pero cuando le entendió, una sonrisilla asomó por la comisura de sus labios.

- No tengo esas intenciones contigo. Y si las tuviera, créeme que no tal y como vas.

- ¿No te gusta cómo voy vestido? – un puchero adorable comenzaba a aparecer en la cara de Agoney a la vez que hipaba. Raoul podía jurar de que aquello era lo más adorable que había visto jamás– Encima de que me he vestido esperando que te gustase...

- No, no es eso, Agoney... Joder, estás guapísimo – Raoul se estaba comenzando a exasperar, hablar con Agoney borracho era como hablar con un niño pequeño de 3 años, y no es que a Raoul los niños pequeños le entusiasmaran. – Lo que quiero decir es que vas borracho, Agoney. Muy borracho y mi fuerza de voluntad no es gran cosa, que yo también he bebido.

No estaba seguro de lo que estaba diciendo. Pero en esos momentos le daba igual, solo estaba Agoney en la habitación y, en su estado, no se iba a acordar de nada al día siguiente. Ni siquiera se acordaría de que Raoul había estado allí. Cuando Ricky llegó a la habitación, Raoul hacía lo posible porque Agoney no se durmiera, cosa bastante difícil en esos momentos y al mismo tiempo estaba intentando poner en orden el batiburrillo de pensamientos y sentimientos que tenía en ese momento.

- Raoul, vete si quieres, ya me encargo yo

- Eh... sí, sí, claro – dijo, sin saber muy bien qué estaba haciendo, pues seguía en su mundo. – Hasta mañana. Cuida de él. – Sin esperar respuesta de Ricky, salió del piso y del edificio a la fría noche de diciembre a intentar aclarar su cabeza.

Los pensamientos de la cabeza de Raoul iban a la velocidad de la luz, imágenes que iban desde Agoney restregándose con el chico ese a Agoney a punto de llorar tres minutos después. Sentía que el corazón se le encogía cada vez que esa imagen le venía a la mente. ¿Qué le pasaría al canario? Quería ayudarle, pero solo Ricky parecía saber de qué iba el tema. Después se acordó de lo adorable que estaba Agoney tan solo unos instantes antes, con el puchero que hizo al deducir que Raoul pensaba que no estaba guapo. Joder, Agoney, si siempre estás impresionante, te pongas lo que te pongas le quiso decir Raoul, pero sabía que no era el momento ni el lugar. El sonido de una llamada entrante le sacó de sus cavilaciones.

- Dime, Sam.

- Raoul, ¿dónde estáis? Estamos Nerea y yo solo más perdidos que la una

- Saliendo del piso de Agoney. Me marchaba ya para casa.

- ¿Qué ha pasado?

- Ni idea, Sam. Mañana hablamos, ¿vale?

- Vale, tete, mándame un mensaje cuando llegues a casa.

- Sí, hasta mañana.

Y así, perdido en sus pensamientos, Raoul se acostó. Pero, sobre todo, pensando en llamar a Agoney al día siguiente, para ver con qué tipo de resaca despertaba, aunque, spoiler, sería su peor resaca en varios sentidos.


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Soy horrible, lo sé. Este capítulo tenía que estar subido ayer porque el apoyo del capítulo anterior fue ESPECTACULAR de verdad, nunca pensé que este truño tuviera tanto apoyo, pero me alegro muchísimo de que os guste. Además que este capítulo me ha quedado caquita, pero bueno.

Y ya, no me enrollo más, seguidme en twitter @@1SonrisaRagoney para snippets de los capítulos e información sobre este. Dadle amor y no vemos en el siguiente! Un besazo!

Bastó una sonrisa | RagoneyWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu