Capítulo 11.

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Antes de comenzar con la lectura, me gustaría que fueseis a mi perfil de Twitter (https://twitter.com/1SonrisaRagoney/status/1006634873824653313) y votárais en la encuesta que hay en el tweet fijado. Creo que os interesará bastante ya que el resultado influirá en este fanfic. Y sin más, comenzamos la subida de azúcar :D

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Raoul no era capaz de despegar sus ojos del chico canario. Su boca, su barba, su nariz... todo. Le tenía como hipnotizado. Hacía rato que Agoney se había quedado dormido, agotado por el llanto desconsolado durante tantos minutos. Durante todo ese rato, Raoul no se había movido ni un milímetro, ni un músculo, pues no sabía cuánto tiempo podría disfrutar de esa situación - de esa sensación - los dos tumbados en la cama y Agoney parcialmente encima de Raoul profundamente dormido.

Durante toda su vida, Raoul había sentido que le faltaba algo, que algo no encajaba en él. Y ahora, estando así con Agoney, se daba cuenta de qué era ese algo. Él, Agoney. En esos momentos comprendió que lo que siempre le había faltado era una persona a la que querer. Y la había encontrado.

Sin darse cuenta, había comenzado a acariciar suavemente el pelo del otro chico, en verdad podría pasarse así días, sin moverse de su lado observando como dormía plácidamente abrazado a él. Las caricias de Raoul pasaron del pelo del canario a su mejilla y, por ende, a su barba, esa barba que le encuadraba su perfecta cara angelical en unos momentos y de dios griego en otros. Raoul paró sus caricias de repente, dudando en si seguir el recorrido de sus dedos y dirigirse a sus labios. Joder, se moría de ganas por besarle. Llevaba días deseando besarle.

- ¿Por qué paras? – Agoney habló, sin abrir los ojos y con voz adormilada.

- ¿Eh? ¿El qué?

- Las caricias – abrió los ojos y miró a Raoul con tal carita de ángel que este pensó que se iba a morir de amor allí mismo.

- Ah p-pues no sé. Simplemente estaba... pensando.

- ¿En? -. En ti

- En que apenas sé nada de ti, qué te gusta hacer, cuál es tu canción favorita, comida favorita... no sé, cosas así.

- Créeme, soy la persona menos interesante que te vas a echar en cara.

- Venga ya, Agoney. Yo creo que eres muy interesante -. En cuanto Raoul cayó en cuenta de lo que había dicho, su cara tomó un tono tirando a rojo tomate maduro. – Quiero decir... yo...

- Gracias -. Muchas veces dicen que con una palabra puedes expresar más de lo que serías capaz de decir con un discurso entero, y esa era la sensación que tenía Raoul. Ese grasias le había removido las entrañas, pues no solo expresaba gratitud, sino soledad. Una soledad que estaba reflejada en los ojos de Agoney y la cuál Raoul quería que desapareciera a toda costa.

El sol ya había caído cuando ambos chicos se levantaron de la cama en la que llevaban desde la noche anterior. En verdad Agoney se sentía algo revitalizado, el estar cerca del catalán parecía tener ese efecto en él. Y no le disgustaba.

- ¿Quieres hacer algo?

- ¿Eh?

- Que si quieres hacer algo. No sé, ver una película o salir a dar una vuelta o algo...

Bastó una sonrisa | RagoneyWhere stories live. Discover now