Cápitulo 5

2 0 0
                                    


El día siguiente me encontré con Dániel en el descanso.

- ¿Me puedes explicar que es lo que paso para que ahora estés tan distante conmigo?

- No pasó nada – respondí. Era vergonzoso que haya reaccionado de esa forma, no era algo común en mí, y a pesar de lo que Andrea me había dicho, seguía creyendo más en la idea de que estaba perdiendo la cabeza.

- Vamos Alice, ayer no me dirigiste la palabra desde que te vi en la cafetería, y tampoco lo has hecho hoy. Por cierto ¿Por qué ni siquiera entraste?

Ni siquiera alcance a responder algo, porque una odiosa figura se acercaba por un lado de nosotros dando saltitos.

- ¡Daniel! ¡Buenos días! – dijo Mónica mientras lo abrazaba.

- Hola – contesto Dániel mientras se removía incómodo. Mire hacia otro lado, pero aun así me fije que Mónica aun no lo soltaba. Estaba sucediendo de nuevo, mi sangre comenzaba a hervir, tenía una inmensa desesperación, pero aun no sabía de qué. Casi involuntariamente cerré los puños a mis costados. Quería arrancar de su cabeza cada cabello rubio que tenía. Espera... ¿Qué? ¿Qué demonios estás pensando Alice? ¿Había llegado tan pronto a la fase de querer causar dolor físico? Relaje las manos. Estaba loca, o en proceso de estarlo. Comencé a tallar mi rostro con ambas manos. Empecé a reír descontroladamente. Definitivamente me estaba volviendo loca. Cuando la risa había cesado, una estúpida sonrisa apareció en mi cara.

- ¿Alice, estas bien? ¿Te sucede algo? – pregunto Daniel apartando a Mónica, que me miraba con una expresión gélida.

- No, no es nada – conteste sin poder borrar la sonrisa de mi rostro – Los dejare solos.

Me di la vuelta, y me aleje caminando. Hasta la siguiente clase; Matemáticas.

Ahora no podía negarlo. Estaba celosa. Pero, ¿Cómo demonios era eso posible? Nunca creí que me sentiría de esa manera. Hasta cierto grado era estimulante, pero extraño.

Me sentía feliz, realmente feliz. No estaba loca, y tampoco mis neuronas estaban muriendo. ¿Qué es mejor que eso? Bueno, tal vez muchas cosas, pero me alegra saberlo. Durante la clase de matemáticas solo miraba un punto fijo con la misma sonrisa idiota de hace unos momentos y de vez en cuando dejaba escapar algunas risas. La chica que se sienta a mi lado, creo que se llama Ari, me observa raro, pero es comprensible. Parezco una lunática, pero ¡No lo soy! ¡No lo soy! Quiero gritarlo con todas mis fuerzas.

En cuanto sonó el timbre me pare de un brinco, no podía reprimir mi felicidad y camine hacia la siguiente clase jugando con mi mochila y caminando rítmicamente. Entre al aula de gastronomía, y corrí por mi mandil, hoy lucia muy lindo, (ahora si debí haberme vuelto loca, pensaba que esas cosas eran lindas). De vuelta a mi lugar tropecé con la mochila de una chica, la levante y me disculpe con una gran sonrisa en el rostro –No te preocupes- respondió mientras me veía raro. Ahora que lo pienso, hace tiempo que no me sentía así. Y los demás a mí alrededor también se percataron de ello. ¿Hoy es el día de mirar raro a Alice o qué? Salude a Nathan con más emoción de la necesaria, en la mañana no me había encontrado con él.

- ¿Qué demonios ha pasado contigo? – pregunto Nathan mas alarmado de lo que esperaba.

- ¿Qué habría de pasarme? Soy totalmente feliz, ¡Mis neuronas están bien! ¡No están muriendo, Nathan!

- Espera ¿Qué? ¿Cuándo se supone que lo estaban haciendo?

- ¡No importa ya! Iré a saludar a la señorita Simmons. ¿Me acompañas?

- Alice, comienzas a asustarme. Hablo en serio.

Seguí caminando sin hacer caso de su pregunta, daba igual si lo asustaba o no.

Todos están dementesWhere stories live. Discover now