Cápitulo 9

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Lo único que odiaba de la salida era que la ola de personas obstruyera por completo mi vista. Sentí que alguien me jalaba el brazo desde atrás, me gire y vi a Nathan. Hice una sonrisa torcida para mostrar mi incomodidad, el me devolvió el gesto y me indico que lo siguiera.

Cuando por fin llegamos a las puertas de la escuela (Después de un par de golpes en el cuerpo por la cantidad de gente abultada) el grupo de personas ya no era tan numeroso. Nathan me freno y puso sus manos en mis hombros.

- Bien Alice, hoy vamos a seguir con lo de tu entrenamiento ¿Estas lista?

- Como si tuviese opción – dije soltando unas risas a medias - ¿A dónde vamos ahora?

- Es sorpresa, ya lo veras luego. Ahora tenemos que tomar el autobús.

Sin darme oportunidad de protestar, tomo mi mano y me llevo a la parada más cercana. Llego el camión y lo abordamos, tomamos asiento en la quinta fila.

- ¡Vamos, Nathan! Dime a donde iremos.

- No es necesario, eres muy lista. Te darás cuenta sola – contesto.

- No sé si lo has notado, pero mi sentido de la orientación es realmente pésimo...

- Lo cual me proporcionara unos minutos más de vida – levanto acorde las cejas.

- ¿Es un lugar que no me gusta? – pregunto

- Si te gusta, solo ciertas zonas por llamarle de alguna manera. Pero a la que vamos, pues... digamos que no es tu favorita.

Gire la vista hacia la ventana, estábamos en la avenida principal, cosa que solo podía significar que... Oh, no.

- No, ¡no! Odio ese lugar ¡Me niego! – exclame.

- Alice, cálmate. La gente nos mira – respondió con una sonrisa forzada.

- ¡Me vale un comino que nos mire! Nathan, no me gusta ese lugar – baje el tono de voz

- Alice, tranquila – dijo alzando las manos – solo es el centro comercial.

- Lo sé, pero a la parte del centro comercial que quieres ir, no la soporto. Sabes que mi madre me obliga a acompañarla ahí una vez cada dos meses, con eso es suficiente.

- Alice, por favor. Necesitamos de ese tipo de ropa para la comida con mi madre. Te necesito.

Allí estaba, la mirada de Nathan que lo hacía parecer un niño pequeño que está a punto de echarse a llorar.

- Solo entraremos por un vestido y un par de zapatos. Te lo prometo – insistió

Solté un largo suspiro y asentí. Al fin y al cabo prometí ayudarle. Deseaba con todo mí ser que el autobús se averiara, pero siendo realistas aun si así fuera podíamos llegar caminando al centro comercial desde donde estábamos.

Todos están dementesWhere stories live. Discover now