Capítulo 6.

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–¡JAJAJA!

–¡No te rías de mí! –Gritó Zed, parado en medio del patio, fingiendo estar muy enfurecido.

–No es mi culpa que te veas tan gracioso. –Respondí en medio de risas, tomando mi estómago que ya dolía por haber estado riendo por largos minutos sin descanso, tanto así, que tuve que llevar mi dedo índice a mi ojo para limpiar una lágrima escurridiza que se había escapado al reír.

No pude evitar el volver a estallar en risas al ver a Zed mirarme con el entrecejo fruncido y una clara mueca de disgusto en el rostro.

–¿¡Gracioso!?

Y sí, la verdad es que se ve realmente gracioso, es imposible no reírse de él, no cuando está vestido de payaso en un intento de parecer aterrador que claramente no salió como esperaba.

En otro momento, estaría huyendo despavorida de él. Odio a los payasos, les tengo terror pero Zed, Zed en realidad parece uno de esos payasos que no parecen maníacos, sino payasos agradables, graciosos, de esos que no he visto ninguno pero ahora creo con firmeza que sí los hay.

Mi estómago duele demasiado, tanto que siento que voy a explotar sino logro calmarme pronto, pero para eso tengo que dejar de mirarlo.

Trae puesto un atuendo color rojo con negro, los párpados pintados de este último y el resto de la cara blanca, con una boca pintada hacia abajo y, para complementar todo el atuendo "terrorífico", unos zapatos enormes manchados de sangre falsa. No puedo entender como puede creer que se ve aterrador si para mí es el payaso más gracioso del mundo.

Le di la espalda para respirar y tranquilizarme, ya necesitaba detener mi risa porque el aire comenzaba a escasear en mis pulmones y eso no era una buena señal.

–Recuerdame porqué estás vestido así. –Pedí.

–Para la probable fiesta de disfraces en la que Nathan, el arcángel, nos presentará al expulsado del cielo que quiere que ayudemos. –Rodó los ojos con fastidio.

–¿Y qué?

Me miró sin entender. –¿Y qué?

–¿Pretendes agradarle con sustos? –Bromeé. –¿O con trucos?

–Eres extremadamente malvada, Kacey Maxsen.

–La realidad es que me adoras, Zed Alcázar.

Dio un paso cerca. –Mentira.

Me crucé de brazos, alcé una ceja y lo miré fingiéndome superior. –Me amas.

No pudo desmentir aquello y terminó por alzar los brazos en derrota. –¡No puedes usar eso en mi contra Maxsen!

–¡Claro que sí, payaso! –Grité conteniendo la risa. –Digo, Alcázar.

–Ya, estoy harto. –Sonreí creyendo que aceptaría que su disfraz es todo, menos aterrador. –Ahora verás.

Claro que eso no pasó, en su lugar solo logré que mis pies dejaran de tocar el piso gracias a que me cargó como costal de papas y comenzó a dar vueltas. Como posee fuerza sobre humana para él es fácil hacer este tipo de cosas sin que le represente un reto. Estoy segura que mi peso parece el de una pluma.

–¡Para ya! ¡Para! –Gritaba tratando de hacer que parara de girar y me bajara. Debo admitir que es divertido pero también debo admitir que en cualquier momento no resistiré y vomitaré. –¡Zed Alcázar, bájame ya!

–No, porque eres malvada.

A pesar de su respuesta, lo hizo, no como esperaba, pero lo hizo. Terminé tirada en el piso con él encima, sosteniendo su peso con sus rodillas que estaban a cada lado de mi cadera, quedando atrapada entre su cuerpo y el piso, sabiendo que mi fuerza no sería suficiente para librarme del pago por mis burlas.

Peligro. |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora