Capítulo 25.

230 17 4
                                    

Salió lleno de una felicidad que sólo él compartía, esperando con ansias su llegada para darle fin a todo.

No me di cuenta de en que momento cerraron la puerta, pero desde mi posición la veo a la perfección. El que estemos en este lugar es parte de su estrategia, quiere que lo vea llegar, que él me mire.

Por primera vez desde que lo conozco deseo que no venga, que no intente salvarme.

La puerta se abrió de golpe, por un momento solo vi su silueta hasta que dio un paso dentro y pude verlo por completo. Se mantenía alerta, con sus ojos escarlata inspeccionando su alrededor para no ser tomado por sorpresa, tan a la defensiva que no parecía él mismo.

Un sollozo involuntario salió de mis labios, bajó la guardia al mirarme.

De la nada dos sujetos lo tomaron por la espalda, sosteniendo sus brazos detrás de su espalda para que no pudiera defenderse.

–¡Estarás bien! –Gritó sin apartar su mirada de mí. –¡Estaremos bien, lo prometo!

–¿Por qué le mientes de esa manera? –Su voz resonó por todo el lugar pero no puedo verlo desde donde estoy. –¿Por qué le dices que estarán bien cuando es una mentira?

–Cállate. –Su voz sonó como un susurro bajo y amenazante, incluso su semblante preocupado cambió por completo a uno serio. –Tenemos un trato.

–Atenlo junto al otro. –Ordenó.

A penas abrieron la puerta donde nos encontrábamos, se deshizo del agarre que lo mantenía inmóvil y se lanzó hacia mí.

Lo dejaron suelto por un momento, viendo que no se resistiría y lucharía, sino que iría a mi encuentro.

Me abrazó con fuerza, sosteniéndome contra su pecho, luego de besar mis labios. No lo notó, pero me quedé helada sin poder responderle incluso cuando se aferró a mí con fuerza.

No quiero que ese infeliz le haga daño, a nadie, y si está en mis manos evitarlo, lo haré. No me importa a qué costo, lo haré.

La simple idea de que posiblemente sea la última vez que lo vea, que pueda escuchar su voz o sentir sus brazos rodearme de forma protectora, me desgarra el alma.

Al tenerlo tan cerca pude ver el sonrojo que tenía en las mejillas, el mismo color teñía levemente su nariz y al rededor de sus ojos, supe que había estado tan desesperado por mi secuestro en ese momento.

–Te amo, te amo tanto. –Susurró una y otra vez contra mi cabeza, sin soltarme.

–Siempre...

–Juntos.

–¡Ya, ya, ya! –Entró aplaudiendo. –Se hace tarde, cuélguenlo de una vez.

Vi como era arrastrado lejos de mí, se resistió pero fue en vano. Envolvieron sus muñecas con unas cadenas, mi visión se vio interrumpida cuando uno de los sujetos me arrastró hasta el otro extremo, ignorando los gritos que emití para que me soltara.

Terminé atada a una silla, frente a ellos.

Abraham colgaba del techo, sus pies no rozaban ni siquiera el piso, estaba sostenido de sus brazos atados con cadenas, todo su peso recayó en ellos.

–¿Por quién empezamos, querida? –Fingió pensar, acomodando sus manos sobre la máscara, en su rostro. –¡Lo tengo! Para que no sea injusto, empecemos por ambos.

–¡Dejalos en paz! –Chillé desesperada por no poder hacer más que rogar, lo único que me quedaba era negociar aunque yo perdiera mi libertad por salvar sus vidas. –¡Haré lo que quieras!

Peligro. |TERMINADA|Where stories live. Discover now