Capítulo 20.

260 18 0
                                    

Ha pasado un mes desde esa tarde nublada de verano, no he vuelto a casa desde entonces y, claro, tampoco me han buscado.

Desde entonces no he mejorado mucho, evito hablar del tema y duermo todo lo que puedo gracias a los somníferos que tengo que tomar para que el insomnio no me carcoma cada noche. La comida tampoco me entra y ha sido razón de varias discusiones pues prácticamente no como nada.

Salgo poco, casi nada, el tiempo que no estoy durmiendo en la habitación que me ofrecieron en casa de los Alcázar lo paso leyendo, a veces intento dibujar aunque nada bueno salga de eso, a veces me obligan a salir, caminar un poco con cualquier excusa, incluso algunas que son poco creíbles, pero solo caminamos por el bosque y luego volvemos a casa.

Se que tienen miedo de que me vuelva a herir y por eso tratan de estar pendientes de mí todo el tiempo, pero estoy decidida a dejar de hacerlo, necesito ser fuerte y hasta ahora lo he sido.

No quiero decepcionarlos ni preocuparlos, tampoco quiero seguir sintiéndome una carga para Abraham, para nadie en realidad. Así que ayudo en todo lo que puedo, en lo que me permiten, en realidad.

En todo el tiempo que había pasado viniendo aquí nunca había visto personas ajenas a ellos pero resulta que tienen cocineras y demás, así que no puedo hacer mucho en realidad, no me permiten ni lavar los trastos lo que ya es demasiado para mí.

Ethan ha sido de las personas más comprensivas, entiende si no quiero hablar, en lugar de presionarme o insistir, simplemente se sienta a mi lado, en silencio, escuchando la respiración del otro para sentirnos acompañados sin necesidad de decirlo. Si quiero hablar, que es poco recurrente, me escucha atentamente y deja que diga todo lo que tengo que decir.

Es un poco más difícil lidiar con Zed, es de los más interesados en saber que ocurrió aquel día y no pierde oportunidad para tratar de averiguarlo. Supongo que cree o siente que tiene que ver con Drake y por eso tiene esa extraña preocupación, no lo se. A pesar de las veces que le he dicho que él no está involucrado, parece no creerme.

Quisieron llevarme a comprar ropa, en lugar de acceder, solo pedí ropa holgada además de lo básico, mayormente sudaderas que pudieran cubrir hasta mis rodillas, tomé como referencia la ropa que Zed me había prestado antes pues era lo suficientemente grande para mí.

Así son las cosas para mí ahora.

Tampoco volví a la escuela, a pesar de que Mike se había ofrecido a arreglar todo para cambiar de tutores eso los involucraba de todas formas y no estaba preparada todavía.

Por mucho que les insistí ninguno de ellos siguió asistiendo, se excusaron con las muchas veces que habían cursado el mismo año así que no pude hacer mucho.

El único obligado a seguir asistiendo fue Abraham pues hasta hace unos meses era humano, igual que yo, por lo que no podían permitirle no asistir a las clases que nunca ha cursado. La única razón por la que asiste es porque se lo pedí con la excusa de que me pasara apuntes y tareas, con ello gané que Mike se las arreglara para decirle al director que estoy tan enferma que no puedo levantarme de la cama así que tengo permiso de no asistir siempre y cuando mande los apuntes y tareas con Abraham.

Esa es otra cosa que hago, a veces. Tareas, pasar los apuntes que trae Abraham y escucharlo cuando me explica lo que no llego a entender, no es lo que más amo pero me ayuda a distraerme.

Ahora estoy acostada entre Ethan y Zed mientras miramos el techo en silencio, silencio que suele romper Zed pasados unos minutos para decir cualquier cosa o hacer preguntas que no quiero responder. En esos casos, Ethan se levanta, le da un golpe y se vuelve a acostar.

–Chicos. –Lo miramos. –Estoy muriendo de hambre, ¿ustedes no?

Negué, Ethan a mi lado se levantó. –No tanto como morir pero sí, es buena hora para comer algo, ¿vamos?

Peligro. |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora