Capítulo II

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Hinata y Kageyama continuaron gritando y armaron un lío. Se arrojaron las pelotas.

¿Qué está pasando ahí? — les interrumpió Sugawara en tono firme y habló con las señas, estando al lado de Daichi y Tanaka.

¡Puedo rematar! — le desafió Hinata hablando con las señas a Kages. El pelinegro lo aceptó.

Demuéstrame, a ver si vos sabés. — le habló provocando articulando.
Kages levantó las mangas de su buzo para hacer un servicio y lo lanzó la pelota con toda su fuerza. Hinata fue rebotado por el pelinegro y terminó en el suelo. El pelinaranja no se rindió y se levantó del suelo.

¡Uno más! — se puso mucha ira en la alma de Hinata. Los chicos entraron a la cancha y frenaron a Hinata y a Kages.

¡Quédate tranquilo! — le calmó Tanaka hablando con las señas a Hinata y le mostró la cara de malo.

¡Cálmate! — le dijo Daichi a Kages. El pelinegro empezó a reír de la nada y le señaló a Hinata con una mirada fría.

Ya, ya, ya. — lo dijo el pelinegro. Daichi se enfureció y no le gustó su actitud, se dió cuenta de que lleva mucho orgullo dentro de Kages.

¡Ustedes! No podrán entrar al club hasta que se convierten en compañeros, no como rivales. — les explicó Daichi mientras Sugawara le tradujo a Hinata. Los chicos se miraron y se quejaron con Daichi.

Ni una palabra. — se lamentó Daichi y habló con las señas.

¡Es tu culpa! ¡Tú tienes toda la culpa, estúpido sordo! — levantó la voz Kages.

¡Idiota, sos el peor de todos! — dijo el pelinaranja tragándose la saliva. Se acercó a Kages caminando haciendo una seña con los puños cerrados cruzando desde las muñecas y los tuvo que separar bajando sin decirle. El pelinegro no entendió de qué se trataba la seña y no le importó.

Daichi los echó del gimnasio y cerró las puertas.

¡Qué barbaridad, se armó un quilombo! Esos chicos no aprenden sobre el orgullo que llevamos nosotros dentro, eso me molestó. — suspiró el morocho. Se tocó su frente y empezó a reírse de la situación

Veo un futuro en esos chicos, ¿Se nota que son muy enérgicos, verdad? ¿Es genial tenerlos aquí en Karasuno? — preguntó con duda tocándose la pera el peligris.

Sí, sería genial si Kageyama cambie de actitud y que Hinata que tenga paciencia. Eso es lo que queremos. — le respondió Daichi a Suggie. El peligris da la razón y le tradujo hablando con las señas a Tanaka. El pelado está de acuerdo lo que había dicho Daichi.

Tobio y Shouyou estuvieron callados durante un rato fuera del club y empezaron a jugar afuera.

Sos pésimo, me das lástima. ¿Cómo entraste a Karasuno, Sordo? — quiso saberlo.

¡Me llamo Hinata! No, Sordo. ¡Maldito oyente! ¡Estúpido Kageyama! — se desahogó.

Bien, bien. ¿Cómo sabés mi nombre? — le preguntó articulando el pelinegro. Se puso a pensar.

Mm... ¿para qué quieres saber? Me maltrataste y me discriminaste. — se resopló Hinata con una voz ronca y angustiada.

Escucha, no te voy a repetirlo. Si quieres jugar al voley, tenemos que ser compañeros para volver a entrar al club. ¿Empezamos de nuevo, Hinata? — le habló despacio. Hinata se molestó en leer en los labios por una palabra.

Ok, no me digas 'escucha' porque yo no escucho. La próxima vez dímelo 'mira' ¿Está claro? — se levantó la frente el pelinaranja.

Ya veo, lo tengo entendido. — murmuró y suspiró el pelinegro.

Hicieron las prácticas hasta la noche y se fueron al gimnasio para decirle a Daichi que se convirtieron en compañeros y estaban listos para volver a entrar al club. Hinata golpeó en la puerta y llegó Daichi junto con Sugawara y Tanaka.

¡Ya somos compañeros! — le gritó Kageyama y Hinata habló con las señas nervioso. Estaban desesperados. Daichi los observó, Suggie y Tanaka se miraban y hablaban con las señas sobre Daichi. Querían saber de qué estaba tramando el capitán.

¡Ya sé, tengo una idea! Kageyama, vas a aprender lengua de señas para comunicarte con Hinata. — miró al pelinegro sin guardar el rencor.

Vos, Hinata. Le vas a enseñar las señas a Kageyama. — le habló con las señas.

Hinata y Kageyama se miraron entre ellos, empezaron a discutir y no quieren para uno al otro. Daichi empezó a reírse disimuladamente y les cerró la puerta.

¿Estás seguro lo que les dijiste recién? — le preguntó Suggie a Daichi. Daichi asintió y se sentía seguro que van a aceptar el reto. Le tradujo a Tanaka lo que había dicho Daichi a los chicos. Volvieron a golpear la puerta. Suggie les abrió la puerta.

¡Daichi! Aceptamos y lo haremos. — lo dijo tranquilo el pelinegro desviando la mirada.

¡Muy bien! Así me gusta. — sonrió el capitán y les hizo palmaditas a las espaldas de los chicos.

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El Voley del Silencio Where stories live. Discover now