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Eran las diez de la mañana, llovía de nuevo pero el clima ya no era tan frío, dentro de poco llegaría la primavera y al parecer ya no había amenazas de nieve. Aunque Leo seguía usando su chaqueta nueva que le cubría por completo, ahora no llevaba tres capas de ropa debajo, solo dos camisetas eran suficientes para hacerle entrar en calor.

Ya tenía ganas de que llegara el verano.

Se había saltado la primera hora de ese día y llegaba para hacer una práctica, aunque aún le quedaba media hora para empezar, había planeado tomarse un café en la cafetería de la universidad para terminar de despertarse.

Sí, eran las diez de las mañanas y Leo aún estaba adormilado. Le iba a costar ser un buen adulto cuando le llegara la hora.

Cuando se sentó en una de las mesas dentro de la cafetería comenzó a mirar su móvil, entró en las distintas redes sociales a ver las novedades de sus amigos antes de mandarle un mensaje al chino y responder a Mila que hacía una hora le había preguntado donde se había metido.

Tardó solo cinco minutos en llegar a la cafetería desde que le respondió.

—¿Dónde estabas? —preguntó molesta.

—En casa —Se encogió de hombros sin prestarle mucha atención. No era la primera vez que se saltaba una clase. La pelirroja negó, era un irresponsable, pero no era el momento para recriminarle por la forma de vivir su vida.

—Da igual, necesito tu ayuda —Ahora sí la miró y se dio cuenta de que detrás de ella había una chica a la que no conocía—, tú hablas español, ¿verdad?

—Sí, claro —contestó un poco sorprendido la pregunta.

Mila le hizo un gesto a la otra chica para que se sentaran en la mesa con él.

—Ella es Sara, es la estudiante de intercambio de la que os hablé —presentó al fin. Aunque Leo apenas le había prestado atención, Mila no había parado de hablar de la chica que iba a vivir con ella durante tres meses. De algo se acordaba.

—Hola, soy Leo —saludó con una sonrisa intentando recordar de que país venía la chica.

—Hola.

—Sara todavía no controla mucho el idioma —explicó Mila sin dejar que ella hablara—, pero me ha dicho que sí habla el español, ¿tú podrías ayudarla con lo que no entendiera?

Cuando la chica llegó a Estados Unidos, la pelirroja estaba muy emocionada y no dejó de hablar desde que la vio, hasta al menos diez minutos después que se dio cuenta de que la pobre Sara no estaba entendiendo casi nada.

Con ayuda del traductor y hablando mucho más lentamente, pudieron hacerse entender algunas cosas, como que aparte del italiano la chica también hablaba español y Mila entonces pensó que Leo podría servirles de ayuda, él podría traducir las cosas que ella no entendiera. Aunque Sara iba a tomar clases de inglés en una academia, siempre venía bien mientras ayuda extra.

—Sí claro —Leo no solía usar mucho el español, pero lo tenía bastante fresco por las vacaciones en México—. Hola Sara, soy Leo, un amigo de Mila, cualquier cosa que no entiendas puedes preguntarme —Se dirigió a la italiana y vio como ésta se emocionaba al escuchar algo que entendía completamente.

Y tanto que se emocionó, se levantó de su silla de golpe y fue a darle un enorme abrazo a Leo.

¡Gracias! Estoy muy emocionada por estar aquí pero no entiendo casi nada y Mila habla muy rápido —dijo ella con una enorme sonrisa, sacando una carcajada de Leo. 

Era cierto, a veces hasta él que tenía un nivel nativo del idioma no se enteraba de lo que Mila decía.

—¿Qué pasa? —preguntó la mencionada, sin saber por qué se reían.

Little PervertWhere stories live. Discover now