Especial San Valentín 2

818 73 19
                                    

Otra vez febrero y este año, por fin, podría pasar el día de San Valentín con su pareja. Hacía ya tres años del último que pasó y el año anterior, aunque ya conocía a Guang Hong y su relación avanzaba a paso lento, todavía no eran novios para esa fecha señalada.

Pero este año al fin tenía a alguien y la publicidad no era tan molesta. Los jóvenes enamorados no le producían urticaria. Este año él era uno de esos jóvenes enamorados.

Este año tendría sexo por San Valentín.

Pensó en varios planes que podrían gustarle a su novio, aunque era tímido, en el fondo le gustaban las cosas cursis y románticas, además que para él era el primer San Valentín con novio, no hacía falta innovar para que lo disfrutara. Algo sencillo como salir a cenar, comprar algo de chocolate y algún regalo sería suficiente.

De todas formas, no hizo falta nada, ya que Guang Hong llegó emocionado a decirle que, por ser catorce de febrero, iban a reponer en un cine de la ciudad Titanic, una de sus películas favoritas de todos los tiempos.

Aunque Leo nunca fue capaz de terminar de verla, o bien se quedaba dormido o terminaba por cambiar por algo más divertido. Pero Guang Hong se veía tan emocionado por poder ver la película en una pantalla gigante que no pudo negarse. Irían al cine y luego a cenar. Ese era un buen plan.

Intentaría no quedarse dormido en el cine.

Pero eso era más fácil decirlo que hacerlo. El cine estaba tan oscuro, el aire acondicionado estab a una temperatura agradable y la película era tan absurdamente aburrida que los ojos se le cerraban solos. No pudo evitar un par de cabezadas y solo llevaba poco más de media hora aguantando.

¿En qué maldito momento chocaban contra el iceberg y empezaba a morir gente?

Se preguntó si Guang Hong se molestaría con él si se quedaba dormido. Le miró disimuladamente para encontrarle con los ojos rojos y algunos rastros de lágrimas. Sonrió para sí mismo.

Su novio era adorable.

Pasó su brazo por los hombros del chino y le atrajo hacía él. Guang Hong le daba la mano o se dejaba abrazar cuando veían una película de miedo. Él haría lo mismo en esta ocasión. Con su sonrisa preciosa se giró un momento hacía él antes de acurrucarse lo más cómodo posible en su butaca y acercarse a su vez hacía Leo. Dejó la cabeza apoyada en su hombro mientras su atención volvía a la película.

Realmente no entendía como podía llorar a mares con Titanic y ni siquiera pestañear cuando veían The Conjuring. Debía reconocer que tenía unos gustos un poco contradictorios.





Después de más de tres aburridas horas, por fin salieron del cine. Leo no se había dormido demasiado, solo había cerrado los ojos de vez en cuando para descansar la vista. Confiaba que Guang Hong no lo hubiera notado.

—Gracias por acompañarme —dijo Guang Hong con una sonrisa y los ojos rojos de llorar al final de la película—. Sé que no te gusta demasiado...

—No te preocupes, me gusta venir al cine —le quitó importancia. Guang Hong frunció los labios en un gesto precioso, muy de él.

—Quiero compensarte aún así —replicó—, he pensado en algo que podría gustarte —bajó un poco la voz y miró alrededor, algo tímido.

—¿Algo? —preguntó Leo emocionado. Viniendo de su novio podía imaginarse muchas cosas. Pero estaban en público, debía calmarse.

—Si quieres te lo enseño —propuso y Leo no pudo más que asentir varias veces.

Little PervertWhere stories live. Discover now