Hayley Stone es dejada plantada en el altar en el momento de contraer matrimonio por su prometido, desatando un dolor profundo en ella. Tras la vergüenza y la tristeza sale corriendo de la iglesia hasta llegar a una estación de tren en Manhattan.
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Cuando conoces a alguien, llega un momento donde dices "Él es la persona indicada" y en ese instante algo cambia dentro de tu corazón. Es un sentimiento maravilloso que te da a entender que quieres pasar el resto de toda tu vida con aquella persona especial. Oh a eso le llaman amor.
El amor es el sentimiento más vibrante y extraño que alguien puede experimentar, es el sentimiento que por más palabras que existan no podrás describirlo a la perfección. Y en estos momentos compartiré mi vida entera con la persona que he amado durante tantos años.
Richard Parker es el hombre que me ha cautivado desde la primera vez que di un paso en aquel pasillo espacioso de la universidad. Nuestro amor fue puro cliché, iniciando desde peleas sin sentidos hasta terminar locamente enamorados. Somos completamente diferentes, él es orgulloso, egocéntrico y sobre todo muy competidor mientras yo soy la sensata que intenta tomar todo con calma, pero Richard siempre encuentra la manera de quebrar toda mi paciencia.
Pero aquí estoy, vestida de novia a punto de entrar a la iglesia para iniciar con lo que será un gran matrimonio feliz. Después de todo, ambos merecemos ser felices. Miro a mi padre, quien está tenso, me causa un poco de gracia mezclada con melancolía al verlo de esa forma, los padres siempre verán a sus hijas como unas niñas a pesar de ser mayores y es lo que está pasando justamente ahora. Para mi padre siempre seré su niña consentida, su pequeña. Decidida, tomo la mano de mi padre, él gira su rostro hacia mí y me sonríe honestamente dándome seguridad.
—El matrimonio...—empieza a decir mi padre con voz ronca y calmada. —Es como un sube y baja, habrá momentos que pensarás que todo estará perdido, pero recuerda que donde hay amor, es imposible que las cosas resulten mal, ¿entiendes? Hoy vas a dar un paso muy grande con el hombre que amas y a pesar de que ya te he dicho esto millones de veces. Estoy orgulloso de ti, cariño.
—Gracias por estas lindas palabras, papá. —suelto nuestro agarre de mano para darle un fuerte abrazo. Él corresponde al abrazo dando un suspiro suave, cuando ambos nos apartamos veo que mi padre lleva sus manos a sus ojos limpiando aquellas lagrimas que salieron sin previo aviso.
Sostengo su brazo con delicadeza, uno de los porteros abre finalmente la puerta de la iglesia, mi padre y yo entramos lentamente, pero algo no anda bien... Hay murmullos, los invitados me miran preocupados. Entonces es en ese instante donde pude darme cuenta de que Richard no se encuentra en el altar, mi padre se detiene en seco mientras yo intento pensar positivo. El padre de Richard, Royer, se acerca hacia nosotros con una mirada de preocupación y de desesperación.
—Hayley, se me cae la cara de vergüenza. —dice Royer con sus manos juntas. —Richard ha abandonado la idea de casarse, se ha ido hace unos minutos, usted llegó más temprano, no pudimos detener este acontecimiento. Realmente me siento muy apenado. —dice avergonzado.
Siento que todo a mi alrededor comienza a derretirse... Vergüenza, frustración, un corazón roto y la idea de que Richard me ha abandonado el día de nuestra boda, en la misma iglesia, en unos minutos antes de yo entrar... Siento una corriente de pánico. Suelto el brazo de mi padre y sin mirar a nadie, sin escuchar a nadie, salgo corriendo de aquel lugar donde debía iniciar felicidad y no tristeza.
