Liam Parker

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Ir a la agencia implicaba una sola cosa, que todos me pregunten como rayos pasó conmigo y Richard, quien es manager de una artista en ascenso

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Ir a la agencia implicaba una sola cosa, que todos me pregunten como rayos pasó conmigo y Richard, quien es manager de una artista en ascenso. Por eso he decidido en ensayar la respuesta que les daré a todos ante las posibles preguntas. Entré cautelosamente y me dirige hacia mi cubículo deseando de que nadie me viera, entonces al llegar, me senté en mi silla giratoria, enciendo la pantalla de 50 pulgadas que la agencia me han puesto, abro la enorme agenda que tengo donde están cientos y cientos de números telefónicos de mis clientes.

—Hayley, que gusto volver a verte—dice Alice poniendo su mochila arriba del escritorio de su cubículo—Lamento no poder estar en aquel momento tan horrible de tu vida.

—No te preocupes, Alice. Estabas en una de las hermosas calles de Brasil—digo imaginándome a Alice haciendo su comercial para una marca de ropa deportiva brasileña. Ella hace una mueca y se sienta en su silla.

—No todo es como te lo pintan, créeme.

Alice era una mujer bastante carismática llena de vida, era la persona más leal y confiable de esta agencia. Su tono de piel era claro mientras sus brazos estaban cubiertos por tatuajes coloridos demostrando la creatividad del tatuador, su cabello era rubio claro con mechones de colores verdes. En su rostro destacaba un piercing en su nariz, su potente y brillante labios de color rojo vivo y sus orejas con más de 4 pendientes adicionales. Aquella mujer ejercía lo que era la producción de videos comerciales, además de ser una fotógrafa profesional con aspiración a ser directora de fotografía en alguna película famosa.

Vi como Alice sacaba su cámara de la mochila y me miró con una sonrisa.

—¿Se han hablado? —pregunta de repente.

—Lo he bloqueado en todas partes.

—¿Por qué te abandonó?

—Porque es un idiota y no estaba preparado para dar el siguiente paso, pero lo siente mucho—digo aquella última frase con mucho sarcasmo.

—¡Qué hijo de puta! —exclama con rabia al escuchar semejante cosa—Si lo veo por allí te juro que lo voy a golpear.

—Me harías un gran favor—digo mirando el monitor y enviándole un mensaje a un cliente—¿Conoces a algún periodista deportivo? —me giro hacia ella—Alguien que tenga contacto con médicos deportivos.

—Sí, es uno que trabaja para la New York Times. Me acosté con él—dice sonrientemente—¿Qué necesitas de él? —la miro con una sonrisa y le explico detalladamente sobre mi interés de un ortopeda deportivo.

Mi día de labor terminó más pronto de lo que me imaginé y todo gracias a Alice, quien me mantuvo muy entretenida con las anécdotas ocurridas de su viaje de 4 meses en Brasil haciendo la campaña. También me ha ayudado tanto en investigar sobre ortopedas profesionales quienes se dedican a rehabilitar a jóvenes atletas con lecciones dándome la esperanza de encontrar alguien quien pueda ayudar a Trevor.

De repente llegaste a mí © EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now