Tay

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Entré a mi apartamento con una sonrisa en mi rostro, entonces me dejo caer en el sofá sintiendo el ardor en mis labios, recordando lo suave y sensual que se sintió la piel de Hayley, recuerdo lo perfecto que fue verla y sentirla sin sostén. Estaba subido, en lo alto, oh claro que sí. Mi cuerpo se sentía caliente, llegando al grado de querer tocarme. Sonrío otra vez y cierro mis ojos deseando locamente volver a tenerla.

Me levanté de inmediato, fui directamente hacia mi habitación y de pronto me quité toda mi ropa quedándome completamente desnudo. Me dirijo hacia el cuarto de baños, me entro a la tina y abro el grifo dejando caer agua fría en mi cuerpo que estaba encendido por aquellos labios, miré la evidencia de mi excitación y sonreí otra vez al recordarla... fue lo más maravilloso que había hecho después de tantos años.


Miré a los chicos, quienes estaban corriendo 30 vueltas al campo. Miré de repente las gradas y para mi gran sorpresa vi a Hayley sentada junto a Ashley. Mi pecho se infló de felicidad, la saludé agitando mi mano, ella me devolvió el saludo sonrientemente. Me quedé parado como un tonto mirándola, a lo lejos ella se ríe haciéndome señas de que prestara atención, miré a los chicos, quieres terminaban de correr.

—Señoritas ¿están cansadas? Un anciano pudiera haberles ganado—digo sonrientemente demostrando mi buen humor—Como estoy de maravillas. Les permitiré ir al campo. Quiero que se dividan en equipos de dos y me muestren lo que tienen en 12 minutos.

Todos comenzaron a chillar de felicidad, pero Matt me miró seriamente. Luego de aquella cruzada de mirada entre ambos, se limitó a ponerse sus hombreras y su casco. Caminé por el campo llegando hacia las gradas, Hayley se había puesto unos pantalones vaqueros, una sudadera de color rojo y unos convers del mismo color, su pelo estaba despeinado por el viento y eso la hacía ver increíblemente sexy. Subo unas escaleras para dirigirme a ellas, miro hacia atrás y me percato de que ya habían iniciado con el entrenamiento. Llegué hacia donde ella y le di un beso en la mejilla a Hayley

—Hola, entre las cosas más sorprendente que visto hoy eres tú en este lugar. ¿A qué se debe esta repentina visita? —pregunto acomodándome a su lado.

—Quería verte en tu ambiente. Tienes a un gran equipo—dice con los ojos puestos en ellos—Realmente lamento lo de ayer.

—Hayley, está todo bien—digo mirando a Ashley, quien se mantiene callada leyendo su libro—En un mes tendremos un partido contra una escuela secundaria de Canadá.

—Es eso por lo que estás tan centrado en entrenar a estos chicos—dice mirándome sonrientemente.

—Me han dicho que no son fáciles de ganar, intento motivar a estos chicos y hacerles entender que esta jugada no será como las otras. En fin, estás invitada y me animaría mucho verte sentada aquí—veo como el mariscal de campo corre con balón—¿Ves a ese chico quien lleva el balón? —ella asiente—Es el mejor jugador que tenemos, con tan solo 17 años ha demostrado ser un gran líder y un excelente mariscal de campo. 6 universidades le han propuesto becas deportivas y él tiene la calma de elegir cual. Es impresionante. Tiene un gran futuro.

De repente llegaste a mí © EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now